Geofonías, biofonías y antropofonías para estudiar el paisaje sonoro de Gijón. Este era el experimento al que sometieron ayer a los estudiantes del campus gijonés para avanzar en el proyecto "Soundscape" que trata de evaluar la percepción de los ciudadanos sobre su entorno acústico. "La intención es despertar a los chavales frente a una audición pasiva", remarcó Javier Suárez Quirós, miembro del grupo I3G e investigador principal del proyecto, financiado por el IUTA, en el que participa el fonografista, Juanjo Palacios. Los sonidos a los que se vieron expuestos los estudiantes que sumaron al experimento tenían que ver con elementos de la naturaleza (geofonías), del mundo animal (biofonías) y generados por la acción humana (antropofonías). La audición se desarrollaba a ciegas en tres portátiles diferenciados por colores.

Después cada voluntario debía concretar sobre un mapa sus percepciones sobre esta actividad, especificando qué porcentajes de geofonías había, y cuánto de biofonías y antropofonías. Además, en el apartado de percepción psicoacústica debían explicar, mediante alfileres de colores que se correspondían con el color del portátil en el que decidieron realizar la escucha, si consideraban que era un sonido cambiante o estático, agudo o grave y si implicaba o no complejidad. En la percepción emocional se pedía a los voluntarios que explicaran si apreciaban la escucha como agitada o calmada y si les había dejado una sensación agradable o desagradable y en qué grado. Los datos obtenidos servirán para preparar el mapa sonoro de Gijón. Una mayoría valoró como agradable con poca intensidad las audiciones realizadas. La cita concluyó con un concierto del fonografista Juanjo Palacios. Fue otra forma de explicar el poder de lo sonoro en la ingeniería.