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Los héroes del Santa Olaya

Veteranos del club organizan un encuentro de confraternización con motivo del 55.º aniversario de la inauguración de la piscina que construyeron con sus manos

Fernando Cadavieco, durante las obras.

El paso del tiempo les ha convertido en héroes pero entonces, allá por finales de los cincuenta del siglo pasado, fueron muchos los que les tildaron de locos, irresponsables o ilusos. Aunque su única locura fue coger pico y pala y ponerse manos a la obra para convertir su sueño en realidad: tener una piscina. Aquella pileta de veinticinco metros cuadrados y agua salada dio vida a un recién nacido Club Natación Santa Olaya y convertido en escenario de una de esas historias que ejemplifican la singular idiosincrasia de los vecinos de la zona oeste de Gijón. A pocos meses del 55.º aniversario de la inauguración oficial de la piscina, que tuvo lugar el 21 de agosto de 1960, algunos de aquellos pioneros han decidido reunirse para festejar aquel logro. La cita es mañana, a las dos de la tarde, en el restaurante Savannah. Medio centenar de veteranos han confirmado su asistencia a una comida que nace con la intención de ser la primera de muchas.

"Queremos sembrar la semilla para nuevos encuentros", explica Adolfo Carbajosa hijo, que, junto a Joaquín Cipitria y Joaquín Gregorio, forma parte del grupo de ideólogos de este encuentro de históricos. "Había que poner unos límites y por eso planteamos reunir a los pioneros que hicieron la piscina, a los nadadores de esos primeros años y a los infantiles que compartieron parte de esos trabajos de construcción", matiza Cipitria. Entre quienes ya han garantizado su asistencia al festejo de mañana está el socio número uno del Santa Olaya, Juan José Boadella, 'Chani' para todos".

El festejo tiene lugar muy cerca de aquella Puerta del Sol (ahora está el centro municipal de El Natahoyo en ese espacio) donde se reunían una veintena de chavales para hacer pandilla. Allí siempre había con quien echar unas risas, planear algún juego o quedar para darse un chapuzón en el mar. "Y si llovía se iba a la peluquería de la esquina, la de Pelayo Blanco, que todos le llamamos 'Perotti'", recuerda Cipitria. Otro de los puntos de encuentro era el merendero de Torre Coroña, donde una noche de verano la pandilla tomó la decisión de organizarse en un club que diera cobijo a un equipo de natación y a un coro.

El Santa Olaya firmó su acta de constitución a las 21.00 horas del 22 de septiembre de 1953 en una reunión celebrada en el bar El Trole. Su presidente fue Pelayo Blanco Álvarez, el de la peluquería. Y la cuota social es estableció en dos pesetas semanales. El club como entidad social creció rápido hasta el medio centenar de socios, aunque en 1958 estuvo a punto de extinguirse. Mientras, sus nadadores se entrenaban a mar abierta y algunos vecinos cedían lanchas para que se les pudiera acompañar por si había alguna incidencia. En aquellas lanchas iba Fernando Cadavieco haciendo las veces de entrenador; luego llegaría Víctor Fernández Morán y más tarde Adolfo Carbajosa.

Había equipo de natación pero no había instalaciones. Los pioneros del Santa Olaya encararon el problema a su manera. Al llamamiento del entonces presidente José Fernández, los socios y nadadores del club se convirtieron en ingenieros, albañiles y encofradores. Sin planos, sin permisos, sin dinero y sin más materiales que los que traían de casa optaron por robarle terreno al mar y construir una piscina en el pedrero. Los trabajos empezaron a mediados de 1959. La piscina se inauguró un año después. Cuentan las crónicas recogidas en el libro "Historia del Club Natación Santa Olaya" de José Gerardo Ruiz Alonso, que en ese tiempo no se hablaba de otra cosa en La Calzada y El Natahoyo. Los curiosos iban al pedrero de Coroña a fisgonear lo que hacían aquellos chavales en bañador. De director de obras ejercía el propio Cadavieco "y lo que dijese él iba a misa. ¡Metía unas broncas!", festeja con humor Cipitria. Una lista recuerda el nombre y las horas que trabajaron en la construcción de la piscina los denominados pioneros del pedreru. Son 54 nombres.

Una gradas abarrotadas de público, la presencia de las autoridades y un minuto de silencio en memoria de Dolores del Campo Paquet -una de las benefactoras de la piscina- marcaron el acto inaugural de la piscina. Siete marcas regionales se batieron aquél día en la nueva piscina de un Gijón que hasta entonces sólo conocía las piletas del Club de regatas, la Universidad Laboral o el cuartel del Simancas. Pero el honor de estrenar esa piscina hecha de sueños y esfuerzo fue para el nadador más joven que tenía el club entonces: "Adolfín" Carbajosa, nueve años e hijo del preparador olayista. Ese pequeño es ahora uno de esos veteranos que mantienen vivo el recuerdo de aquella hazaña.

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