La teoría de un móvil pasional en el asesinato de la hostelera gijonesa Sonia Meléndez Mitre pierde fuerza en la investigación policial, que se decanta por el ajuste de cuentas por presuntas deudas económicas como desencadenante de los fatídicos hechos que acabaron con la vida de la mujer.

Así las cosas, los esfuerzos de la investigación se centrarían en analizar el entorno laboral y las relaciones de trabajo de la fallecida en los últimos meses desde los dos locales que regentaba en la Ruta de los Vinos, la vinatería Sinatra y el Ñamglú, puesto que la puerta de la vivienda no había sido forzada y todo apunta a que la víctima conocía a su agresor.

Las alarmas saltaron en la tarde del pasado jueves, cuando Sonia Mitre tenía una cita con uno de sus antiguos empleados y no acudió. Alarmado, avisó a la familia de la mujer, que realizó el macabro hallazgo poco después. El cuerpo de Sonia yacía en su piso con signos evidentes de violencia, con síntomas de haber sido estrangulada y con fuertes golpes que le ocasionaron la fractura de varias costillas, según el informe forense.

El teléfono móvil de Sonia Mitre no se encontró en la vivienda, pero su vehículo seguía estacionado en las inmediaciones del piso, un inmueble propiedad de su padre en el barrio de El Lauredal al que se había trasladado hacía pocos meses. A lo largo de la jornada del viernes se tomó declaración a varias personas del entorno de la hostelera, pero todas las personas que pasaron por Comisaría quedaron en libertad poco después.

Los restos mortales de Sonia Mitre fueron despedidos el pasado sábado en la iglesia parroquial de San Pedro, con honda consternación entre quienes la conocieron y la apreciaron. Los dos negocios de la hostelera han permanecido cerrados estos días a la espera de que el caso se resuelva finalmente.