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AMY GUSTAFSON | Pianista y subdirectora del Festival Internacional de Piano

"Mi pasión por el piano es como un amor de esos que duran toda la vida"

"El secreto de este festival es que los organizadores lo hacemos por gusto y por el cariño que le tenemos a Gijón"

Amy Gustafson posa junto a un piano. MARCOS LEÓN

Amy Gustafson (Atlanta, EE UU, 1981) desprende amabilidad y energía por los cuatro costados. La intérprete americana es, junto a José Ramón Méndez, pieza clave en la organización del Festival Internacional de Piano "Jesús González Alonso", uno de los eventos musicales más prestigiosos del mundo en su ámbito que cumple dieciséis ediciones. Horas antes de que se inicie, atiende a LA NUEVA ESPAÑA en perfecto castellano.

-¿De dónde viene su pasión por el piano?

-Cuando tenía cuatro años mi abuela me regaló un piano. Lógicamente aún no sabía tocarlo, pero estaba fascinada con él. Pasaba días enteros enfrente del instrumento y estaba siempre diciéndole a mi madre que me llevara a clases. Como era muy pequeña, ella me decía que no. Finalmente fue a los ocho años cuando empecé a tomar lecciones. Fue como un amor de esos que duran toda la vida. Nunca he tenido dudas al respecto de seguir con esto o pasarme a otra disciplina.

-¿Cómo conoció el festival Jesús González Alonso?

-En el año 2001, descubrí el festival y yo asistí como alumna porque quería estudiar con el fundador, Julián Martín, que creó el certamen con otro director, el ovetense Óliver Díaz.

-¿Cuál cree que es el secreto del certamen?

-Primero, que los organizadores lo hacemos por gusto y por el amor que le tenemos a Gijón. No ganamos dinero con él. También porque el nivel de los profesores es altísimo, son los mejores del mundo y eso provoca que jóvenes pianistas de distintos países estén como locos por acudir al festival para aprender y mejorar.

-Este año, debido al elevado número de solicitudes recibidas, han tenido que hacer una selección. ¿Les ha resultado difícil?

-La verdad es que sí. Ha sido la primera vez. Los alumnos tenían que mandar su hoja de inscripción por internet junto con varias piezas grabadas tocando, algunas de media hora, otras de una... Fue complicado porque todos tocan muy bien; así que tuvimos que escuchar las cien melodías íntegras que recibimos para decidir hasta quedarnos con la mitad. Nos dio pena, pero era obligado.

-¿Cómo es el trato con los estudiantes?

-Es un ambiente bastante agradable. Vienen aquí de manera muy seria a aprender y muestran mucho respeto a los profesores. Son pianistas y personas geniales. Al final somos como una gran familia.

¿Qué es lo que más le sorprende de ellos?

-Todos ya saben tocar muy bien el piano, no vienen aquí para iniciarse y aún así siempre están dispuestos a perfeccionar detalles: la técnica, la forma de poner las manos, los brazos, los dedos... Muestran siempre unas aptitudes y actitudes muy abiertas.

-¿Y de los profesores?

-Lo mejor de los profesores con los que contamos, un total de seis, es que al contrario de lo que pasa en otros festivales, aquí no existe competición entre ellos. Se llevan muy bien y ninguno intenta demostrar que es el mejor. Aquí son todos amigos desde hace muchos años y cada uno tiene la confianza de que es un buen maestro que como tal no necesita enseñar nada a nadie ni presumir de sus habilidades ante otros.

-Una vez que acaba el festival, ¿con qué sensaciones se queda?

-Siempre me pasa que cada año, pienso, ¡¡es tanto trabajo!! Empezamos a trabajar en la siguiente edición desde el momento en el que se acaba ésta, pero después cuando los alumnos vienen, elogian el festival, su buen funcionamiento y lo bien que han estado, veo que merece la pena.

-El maratón de piano es una de las actividades más llamativas del certamen. ¿Cómo es posible tocar durante diez horas seguidas?

-Los alumnos van haciendo turnos. Uno toca durante media hora, otro quince minutos y así. Yo estoy allí durante diez horas anunciando a los pianistas que van a tocar, hablando con el público, respondiendo a sus preguntas, y al final el día se te pasa volando. La música, como arte que es, sirve para evadirte de las cosas tradicionales del día y este maratón es como nuestro regalo a Gijón.

-Alon Goldstein y Olaf John Laneri son este año los artistas invitados. ¿Qué puede decirnos de ellos?

-Ambos son pianistas de fama mundial. Goldstein es de los mejores del mundo. Ha ganado muchos premios y concursos. Estudió con el profesor Liam Frasier, que en Estados Unidos es poco menos que un dios. Además, va a impartir algunas clases magistrales extra a los alumnos del festival. Laneri es el ganador de uno de las mejores pruebas del mundo, Busoni, y también ha ganado varios premios. Con él existe una conexión más personal, porque nuestro director, José Ramón Méndez, lo conoció hace años en Japón y quedó prendado de él.

-¿Confía en la supervivencia del festival a largo plazo?

-La verdad es que va perfecto. El Principado nos ha ayudado prestando espacios, pero lamentablemente con el Conservatorio siempre existen problemas para que nos ceda el suyo. Tengo confianza plena en que el festival sobreviva, pero no sé si será en Gijón. Nos daría mucha pena porque nos encanta.

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