El juicio de ayer en el que se debían clarificar las denuncias interpuestas por tres hosteleros y la dueña de una tienda de ropa contra Justina C. I. y Ana Belén O. C. no será el único que tendrán que afrontar este año las estafadoras. La Fiscalía ya ha elevado otro escrito de acusación contra ellas en el que pide dos condenas de un año y cuatro meses de cárcel por unos hechos que tuvieron lugar en julio de 2014. A pesar de que por aquel entonces ya habían salido en los medios de comunicación, madre e hija repitieron con un frutero de la calle Mieres la estrategia que habían seguido con los hosteleros. Y funcionó. El representante del ministerio público asegura que las dos procesadas simularon una solvencia económica impropia de su situación para "concertar de forma verbal con el dueño de la frutería para que les suministrase mediante envío a su domicilio fruta y panadería pagaderos a finales de mes".

En total las gijonesas estafaron 807 euros a su víctima. En caso de que sean de nuevo condenadas la pena se sumaría a los 21 meses de cárcel ayer aceptados y podría suponer el ingreso en prisión de madre e hija. El frutero no fue el único incauto. En octubre del año pasado Justina C. I. y Ana Belén O. C. fueron detenidas por la Policía por tercera vez acusadas de dejar impagos por valor de más de 1.000 euros a un confitero de Lugones. Este caso aún no está siendo tramitado en los juzgados.

Primera condena a las dos estafadoras más conocidas de Gijón. Justina C. I. y Ana Belén O. C., madre e hija, aceptaron ayer una pena de 21 meses de cárcel después de reconocer ante el tribunal del Juzgado de lo penal número 1 de Gijón ser las responsables de estafar casi 6.000 euros a varios empresarios de la hostelería de la ciudad. Las dos procesadas, que abandonaron el Palacio de Justicia de Gijón rodeadas de cámaras de televisión, no quisieron hacer declaraciones tras su condena. Los que sí hablaron fueron los perjudicados, a los que no les sirvió de consuelo que madre e hija se comprometieran ante el juez a a devolver el dinero. "Estamos contentos porque lo reconocieron pero seguros de que se declararán insolventes y no pagarán un duro", afirmó una hostelera a la salida del Juzgado.

Los hechos que ayer quedaron clarificados comenzaron en julio de 2013. El primer local afectado por la actuación de madre e hija fue un establecimiento de comida para llevar situado en la calle Juan Alonso. Ana Belén O. C. y Justina C. I. se desplazaron a la tienda "aparentando una solvencia económica que no tenían" y acordaron con el dueño del establecimiento un precio de 6,5 euros por un menú diario. Poco después desaparecieron dejando una deuda de 65 euros. Y repitieron estrategia, en esta ocasión en un restaurante de la calle Marqués de Casa Valdés y en una taberna de Melquiades Álvarez. Su deuda con los hosteleros ascendió hasta los 5.600 euros.

Para engañar a los denunciantes madre e hija seguían siempre el mismo "modus operandi". Las obras en un chalé en Somió o la preparación de la boda de Ana Belén O. C. en la catedral de La Almudena con un conocido diputado del PSOE eran los compromisos que, según ellas, les impedían comer en casa y les obligaban a buscar acuerdos con hosteleros para pagar sus consumiciones a final de mes. Nunca llegaron a abonar ninguno de los menús de los que disfrutaron. Los empresarios aseguraron en su día que si se fiaban de las mujeres era por su apariencia de seriedad, por las maneras educadas que demostraban y porque contaban con una historia con la que daban visos de realidad a sus necesidades de manutención. Cuando veían que los hosteleros empezaban a sospechar de su actitud les hacían regalos que encargaban en otros negocios. En total en mayor o menor medida más de una veintena de profesionales se vieron las caras con madre e hija. En una tienda de moda infantil Ana Belén O. C. llegó a dejar encargados regalos por valor de más de 500 euros para el hijo de una hostelera en cuyo restaurante comían casi a diario. En agosto de 2013, además, acudieron a un local del paseo de Begoña en donde lograron que una de las empleadas les dejara unos zapatos de niños valorados en 66 euros con el compromiso de que los pagarían tras comprobar que le servirían al niño al que pensaban regalárselos. Nunca llegaron a abonar el calzado, por lo que la dueña de la tienda se personó en la causa que ayer se dirimía en los Juzgados.

El de ayer no es el primer juicio al que se enfrentan madre e hija, residentes actualmente en la zona de Fomento. Ambas cuentan con antecedentes penales por un delito de coacciones cometido contra el que fuera su abogado. Y es que tampoco tienen suerte con sus representantes legales. En abril el Juzgado de lo penal tenía previsto juzgar a las estafadoras por sus deudas con los hosteleros pero la renuncia de su abogado a última hora imposibilitó la celebración de la vista oral.