La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JUAN DOMINGO SANTOS | Arquitecto y profesor de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada, diseñará el nuevo centro de recepción de visitantes de la Alhambra

"La arquitectura siempre está en manos del poder, que marca la orientación"

"El problema que hubo en España también implicó un urbanismo en el que la planificación la hicieron expectativas políticas y especulativas"

Juan Domingo Santos, en la sede gijonesa del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias. JUAN PLAZA

Juan Domingo Santos (Granada, 1961) es arquitecto y profesor de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Granada. El pasado viernes impartió una conferencia, en la sede de Gijón del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, y también participó en las sesiones de las XVIII Jornadas internacionales de patrimonio industrial organizadas por Incuna. Su trabajo desarrolla una línea en torno a la intervención arquitectónica sobre el patrimonio y los paisajes en transformación.

Junto al portugués Álvaro Siza, uno de los primeros espadas de la arquitectura mundial, Juan Domingo Santos afrontará el proyecto de diseñar el nuevo espacio de recepción de visitantes de la Alhambra, cuyo objetivo es "ordenar los accesos y los servicios complementarios". Es decir, la denominada Nueva Puerta de la Alhambra "deberá encuadrarse en un delicado equilibrio entre naturaleza y arquitectura", en uno de los monumentos señeros de la Humanidad.

-¿Cuál es la situación actual de la arquitectura española tras el colapso de la "burbuja del ladrillo"?

-Después de ver los proyectos de la última Bienal Española de Arquitectura lo que creo es que hay un grupo numeroso de arquitectos que están trabajando muy bien desde la crisis, o lo que es lo mismo, están trabajando muy bien con pocos medios. De manera que han convertido un problema, que era la crisis, en un argumento para hacer arquitectura y demostrando que se puede hacer buena arquitectura con pocos medios económicos; que lo importante es saber resolver los problemas y afrontarlos con unas respuestas coherentes.

-Es decir, ¿ante la crisis vuelve a ponerse de actualidad la vieja máxima de que "menos es más" y en tiempos de crisis es cuando emergen los buenos arquitectos?

-Creo que si y, además, también en la Bienal hemos visto que hay una generación de jóvenes arquitectos que está haciendo cosas muy interesantes y para los que la crisis ya no es un problema, es una manera, un contexto...

-¿Hacia qué estilos se dirige esa nueva generación de arquitectos post-crisis?

-No hay estilo arquitectónico. Otra de las peculiaridades es que existen tantas tendencias o tantas maneras de aproximarse al problema como miradas distintas hay de los arquitectos. En ese sentido, no hay un estilo concreto, lo que existen son miradas personales subjetivas y todas trabajan con bastante épica, que me pareció lo destacable, los problemas de la arquitectura. Pero no podemos decir que haya un estilo ni una forma estilística para poder enmarcar estos trabajos. Justamente me parece que es una de las riquezas de la arquitectura española: tiene muchos recursos para afrontar los problemas.

-¿Se basa en los nuevos materiales?

-Siempre la arquitectura ha tenido en cuenta el material como una herramienta de expresión del proyecto desde el primer momento y tampoco creo que ahora sea diferente a otros momentos. Me refiero más sobre todo a que los proyectos son de una escala más reducida, más acotados, donde se precisan mucho más los problemas y el arquitecto está trabajando con mayor libertad frente a otros momentos en los que los proyectos eran faraónicos, con grandes inversiones económicas que creaban unas expectativas que luego no se cumplieron. Había una situación sobredimensionada.

-En los últimos veinte años la ocupación del litoral español, sobre todo el mediterráneo, fue formidable, pero no se ha visto, en cambio, que los colegios de arquitectos hayan levantado su voz en contra...

-Es un problema de todos, no solamente de los colegios de arquitectos, es un problema de una sociedad partiendo de las instancias mayores hasta el último ciudadano. El problema que hubo en España no fue solo de arquitectura, también implicó un urbanismo en el que la planificación no la hicieron planificadores, la hicieron expectativas políticas e inmobiliarias, y cuando digo inmobiliarias también digo especulativas, que han generado una presión especulativa con una connivencia política y, al final, una situación de expectativa irreal. Esto hizo que desde el ciudadano normal hasta los arquitectos se hayan visto contaminados. Fue el problema de toda la sociedad, atravesamos unos momentos en los que todos pensamos que teníamos más de lo que teníamos, hasta la manera de vender y de comprar.

-¿Vinculado también con lo que algunos expertos han denominado ya hace años la "arquitectura del poder"?

-Al final la arquitectura siempre está en manos del poder, que está ahí en cada momento y es quien marca la orientación de lo que se está haciendo. Por suerte, como ahora hay una reacción social hacia esta situación insostenible y de crisis, pues todos, los ciudadanos y los arquitectos, vamos recomponiendo esta situación. En definitiva, fue un mal social el que hemos atravesado.

-¿Ahora qué toca, rehabilitar en vez de afrontar nuevas construcciones?

-Efectivamente, ahora es el momento de rehabilitar, de reconstruir. También tenemos algo que hemos generado y creo que es un asunto de trabajo de esta generación y de las próximas, que es lo que denominamos "ruina moderna", es decir, obras inacabadas generadas por la especulación inmobiliaria que ha dejado abandonadas un montón de estructuras e infraestructuras sin acabar y también urbanizaciones a medio hacer, incluso especulación del paisaje con minas a cielo abierto, basureros, etcétera. Creo que van a ser los asuntos donde hará falta echar mucha imaginación para ver cómo recuperamos e integramos esta "ruina moderna", que es lo que nos caracteriza ahora y que nada tiene que ver con la ruina romántica. Ese es un asunto que va a ser interesante ver cómo se aborda, y tampoco se trata de acabar las cosas, es necesario orientar las respuestas en otras direcciones.

-Para un granadino como usted, la intervención que tiene entre manos en la Alhambra, con Álvaro Siza, ¿le pone "los pelos de punta"?

-Independientemente de que yo sea de Granada, es un trabajo de mucha responsabilidad. Para un arquitecto intervenir en la Alhambra, acercarse a un patrimonio histórico de ese tipo, exige una gran responsabilidad, y el esfuerzo que hemos hecho Álvaro Siza y yo fue intentar que el proyecto esté lo más integrado dentro de aquel lugar. Creo que la arquitectura de nuestro tiempo, en este caso, no tiene que reivindicar nada, tan solo resolver un problema grave que hay en la Alhambra actualmente, como en otros grandes patrimonios de la Humanidad: cómo articular el acceso a un monumento de estas características dada la demanda turística tan fuerte. Ese es el problema que hay que resolver y hemos intentado hacerlo de la manera más sencilla.

-Siza es una formidable garantía...

-Álvaro Siza es el maestro de nuestro tiempo y un arquitecto con una sensibilidad especial para detectar los problemas y abordar las respuestas con un fuerte compromiso con la historia y trabajando en la continuidad del lugar. Creo que, en ese sentido, no pudo tener la Alhambra más suerte que contar con Álvaro Siza para solucionar el problema de los accesos.

Compartir el artículo

stats