Ha sido durante años una referencia de la vida cultural gijonesa, a la que contribuyó desde distintos frentes: el pedagógico o como indesmayable estudiosa de los escritores asturianos. Ayer falleció en Gijón a los 93 años María Elvira Muñiz Martín, conocida también como Marial, después de una fructífera vida dedicada a sus dos grandes pasiones: la enseñanza y la literatura. Dio clases a unos seis mil alumnos. Su palabra y su actitud vital permanece en la memoria de muchos de ellos. El escritor Antonio Merayo hizo, tras conocer la noticia, un escueto pero acertado retrato de una mujer que escribió una docena de libros, impartió recordadas clases y deja, además de una biblioteca de seis mil volúmenes, numerosos discípulos: "Era una maestra de vida y literatura; una mujer admirable en todos los sentidos".

María Elvira Muñiz nació en La Habana (Cuba) en 1923, hija de una familia asturiana. Era hermana del también escritor Óscar Muñiz, ya fallecido. A los 5 años estaba ya en Gijón, por lo que se consideraba gijonesa a todos los efectos. Estudió el Bachillerato en el Instituto Jovellanos y Filosofía y Letras en la Universidad de Oviedo. Licenciada en 1947, dio clases en varios colegios hasta que consiguió plaza en el Instituto Carreño Miranda, en Avilés. Fue directora de los Institutos de La Calzada y Jovellanos. Obtuvo el doctorado en 1962 con una tesis sobre Feijoo y Asturias. Y en 1976 logró la cátedra de Lengua y Literatura. Dedicó 45 años de su vida a la enseñanza, 38 años de ellos en centros públicos. Está considerada como una de esas profesoras legendarias que despiertan vocaciones y se ganan el respeto de su alumnado. El Ayuntamiento de Gijón le concedió su Medalla de Plata en 2008. Por un acuerdo municipal del año 2001, una calle lleva el nombre de María Elvira Muñiz en Montevil. Dirigió la Cátedra Jovellanos de Extensión Universitaria y fue miembro correspondiente del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA). El premio "María Elvira Muñiz" de fomento de la lectura se convoca desde hace años.

La exacaldesa de Gijón Paz Fernández Felgueroso, que fue alumna de María Elvira Muñiz en la Asunción, la recordó ayer con enorme afecto: "Siento mucho su fallecimiento; era una profesora espléndida, muy competente y comprensiva, además de una mejor persona". La ciudad despedirá hoy a la profesora en el tanatorio de Cabueñes, a partir de las once de la mañana. Recibirá sepultura en el cementerio de La Carriona, en Avilés, donde está el panteón familiar.

La escritora Carmen Gómez Ojea fue también alumna de Marial. Ésta le auguró que ganaría un día el premio "Nadal". Y ocurrió. "Era una profesora que explicaba tan bien que no necesitabas estudiar; por ejemplo, nos introducía en el mundo de (Marcelino) Menéndez Pelayo a través de anécdotas; durante años hemos sido muy amigas, era casi de la familia, y muy divertida siempre, con muchas historias, aunque tenía una personalidad fuerte". Lamentó que en los últimos años, alguien que se bañó en el Cantábrico hasta pasados los 80 y que era tan vivaz, fuera perdiendo la memoria. Persona de convicciones católicas, era también "muy libre", según la autora de "Cantiga de agüero". "Es una pérdida muy importante para la cultura asturiana, aunque deja muchas semillas". "Era muy querida por todos, por los alumnos, por los padres y por los escritores; siempre preocupada por los demás, entrañable", manifestó el escritor Luis Fernández Roces.

Una opinión que suscribieron los poetas Fernando Menéndez y Francisco Álvarez Velasco, ambos amigos de la fallecida. Álvarez Velasco, que también fue profesor de Literatura, coincidió con Marial en el claustro del Jovellanos: "Sustituyó a Sara Suárez Solís al frente del centro, y lo hizo con una gran voluntad de trabajo, amabilidad y respeto". Y más: "Sin ella, la historia de la literatura escrita en Asturias tendría muchas más lagunas; contribuyó al estudio sistemático de los autores". Así lo atestigua una amplia bibliografía: "Feijoo y Asturias", "Escritores de Gijón", "Cuentos literarios de autores asturianos. Antología (1945-1990)", o los estudios que dedicó a Lepoldo Alas "Clarín" y a Alfonso Camín, entre otros. Organizó algunos homenajes importantes, como el que Gijón dedicó a Gerardo Diego o a Luis Álvarez Piñer.

"Una vida para la literatura. Homenaje a María Elvira Muñiz", publicado en 2008 por el Ateneo Jovellanos, recoge, a su vez, el tributo de la ciudad a una mujer que se definía a sí misma, según contó en estas páginas a Cuca Alonso, como de "buen carácter". "Siento una pena doble; primero y más importante por ella, pero también porque en su día recibí el premio que lleva su nombre", explicó Francisco García Pérez, colaborador de este diario. "No tuve el privilegio de tratarla mucho, la conozco más por su enorme magisterio y por sus discípulos, entre los que había unanimidad en la excelencia de la persona". Una "gran lectora", "firme en sus opiniones" y "enamorada de la enseñanza", en la que se consagró como una "maestra con mayúsculas".

Una constante en la vida de María Elvira Muñiz, que se emocionaba con la luz del Muro y los árboles del paseo de Begoña, era la lectura del "Quijote". Decía con gracia: "Ha sido para mí casi como un marido".