Las campañas de concienciación y las elevadas sanciones económicas impuestas a los infractores han tenido su efecto entre los conductores gijoneses. El año pasado sólo uno de cada cien ciudadanos sometidos a controles de alcoholemia dio positivo en estas pruebas realizadas por los agentes de la Policía Local. Se trata de uno de los datos más bajos de los últimos años, según fuentes de la concejalía de Seguridad Ciudadana. Desde el Ayuntamiento muestran su satisfacción por esta estadística y comparan los datos con los obtenidos, por ejemplo, hace siete años. En 2009, casi tres de cada cien conductores arrojaba un resultado positivo en los test.

Lo que parece que no cambia, a tenor de los datos recogidos por los agentes de la Jefatura de la calle San José, es el número de controles realizados. En este sentido a pesar de la mejoría de la estadística los agentes no bajan la guardia. El año pasado se controlaron 19.590 vehículos, uno más durante 2014. Durante el último ejercicio sólo ocho ciudadanos se negaron a realizar los test de alcoholemia.

Tampoco ha variado el perfil del infractor. La mayor parte de los sancionados son hombres -176 frente a 29 mujeres-, con edades comprendidas entre los 31 y los 40 años. Un perfil que prácticamente ha permanecido estable desde que se empezaran a realizar estos controles de forma periódica, hace ahora nueve años. El mes más peligroso en el último año fue noviembre, cuando se registraron 27 positivos en los test. Por contra la temporada más tranquila fue el verano. En julio y septiembre sólo fueron sancionados 10 ciudadanos.

Desde 2007 la legislación contra el infractor se ha endurecido. La reforma del Código Penal en 2008 permitió arrestar a los conductores que arrojaran en las pruebas un resultado superior a los 0,60 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, que pasaron a ser considerados autores de un delito contra la seguridad del tráfico. Pero aún hay más. En 2014 la Policía Local de Gijón estrenó un sistema que permitía controlar, además, el consumo de drogas. El año pasado fueron detectados nueve conductores que habían consumido algún tipo de estupefaciente antes de ponerse al volante.