Tiburones, tortugas y pingüinos acapararon toda la atención de los alumnos y alumnas de primaria del colegio Honesto Batalón que ayer visitaron el Acuario de Gijón para celebrar sus diez años de apertura al público. Un recinto que tras una década de actividad ha superado el 1.600.000 visitas, 140.000 personas sólo en los últimos doce meses lo que supone un incremento del 15% con respecto al año anterior.

El complejo marino, uno de los de mayor biodiversidad del país, conjuga desde sus inicios las labores de conservación, investigación y sensibilización en cuestiones ambientales y de protección del medio marino con la ardua tarea de divulgación entre la sociedad, en especial con los más pequeños. En consecuencia, no es de extrañar que dentro del último dato anual de visitantes se incluyen más de 8.000 escolares provenientes de diferentes puntos geográficos de 170 centros educativos así como otros 130 menores que participan en sus talleres y otros 150 que disfrutaron en periodos no lectivos de la fauna marina.

Ejemplo de las labores divulgativas fueron los estudiantes del colegio Honesto Batalón que acudieron acompañados por la alcaldesa Carmen Moriyón a quien previamente recogieron en su despacho en el Ayuntamiento. Niños y niñas, ataviados con un gorro marinero, se encontraron a su llegada al Acuario con un festín de pompas de jabón, simulando a las del mar, y la actuación de tres actores de la compañía "Factoría norte" que les arroparon en su visita contando cuentos e historias relacionadas con los peces y demás fauna marina que se fueron encontrando durante el recorrido. "Están encantados, es una alegría tremenda para ellos porque les motiva mucho", reconoció el director del colegio, Alberto Muñiz.

El itinerario, con las guías de trabajadores del centro, sirvió para conocer las distintas peceras donde se encuentran repartidos por áreas los 4.000 ejemplares con que cuenta el Acuario pertenecientes a unas 300 especies diferentes. Pero la parte que supuso mayor aceleración en los escolares fue pasado el mediodía al llegar la hora de comer en el tanque principal, el de los tiburones. Las más hambrientas fueron las tortugas de gran tamaño que recibieron un suculento menú, a base de espinacas en gelatina y otros nutrientes, comían de la mano de los buzos Jacobo Soler y Jorge Rodríguez. Otras viandas del menú son las caballas, gambas, algas o filetes de merluza, todo en función de la dieta de cada ejemplar y el tamaño de su boca. Pero los deseos de ver en acción a los escualos se quedaron sin cumplir pues no era día de convite para ellos.

En paralelo a la visita escolar, la alcaldesa Carmen Moriyón, acompañada por los ediles populares Mariano Marín y Sofía Cosmen y el socialista César González, recorrieron las tripas del Acuario para conocer en profundidad la labor que desempeñan con mimo los trabajadores durante los 365 días del año. Cada uno con una función bien delimitada que exige dedicación completa al bienestar de sus bichos y cuyas funciones exceden del control diario de la calidad del agua, mantenimiento e iluminación de los tanques, preparación de dietas, tratamientos veterinarios o cuidados específicos a los seres más delicados.

Por un lado, la comitiva visitó los compartimentos de cuarentena para agua fría y tropical donde se almacenan ejemplares de todo tipo que deben esperar un tiempo prudencial hasta insertarse o regresar a la vista al público como crías de tiburón, rapes, pulpos o estrellas de mar. Medusas incluso. También la sala de recuperación de los animales heridos o enfermos para ofrecerles un cuidado exhaustivo o peceras donde almacenan los huevos de muchas clases que pronto retiran de los tanques para evitar que otras especies los devoren. Por último accedieron a la parte superior de donde se encuentran los tiburones para acompañar a los buzos antes de sumergirse para alimentar a la fauna marina mejor cuidada y con más atenciones de Asturias.