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Crónicas gijonesas

La madre del cordero en Medicina

Apuntes del doctor Francisco Ortega Fernández de la Granda, quien en 1924 saltó a la fama por un novedoso injerto de ovario de una oveja a una muchacha

En el centro de la primera fila, sujetando un sombrero, Francisco Esteban Ortega Fernández de la Granda, con la promoción de bachilleres de 1911 del Real Instituto de Jovellanos, en una fotografía tomada en el patio del centro educativo de la calle de Jovellanos. ARCHIVO DE LA FAMILIA ORTEGA

A mediados de diciembre de 1924, el corresponsal en Madrid del rotativo londinense "Daily Express" telegrafió una noticia médica de la que muy pronto se hicieron eco publicaciones de medio mundo: "El doctor Ortega, de Gijón, ha venido a resolver un problema rebasando las teorías del doctor Voronoff. Pretende, en efecto, haber descubierto la manera de volver a la normalidad las muchachas más deformes (...) Ha practicado una operación en una muchacha cretina cuya inteligencia era casi nula. El doctor Ortega practicó el injerto de ciertas glándulas de un cordero de cinco meses y la muchacha ha vuelto a la normalidad, despertando completamente su inteligencia".

En efecto, entre las numerosas publicaciones científicas que, a lo largo de su vida, dio a conocer el doctor Ortega, la que más resonancia pública adquirió fue la titulada "Un caso de injerto de ovario", es decir, un heteroinjerto del ovario de una oveja a una mujer con amenorrea primaria (ausencia del periodo mensual) que prendió y produjo menarquia (primer episodio de sangrado vaginal de origen menstrual) y aparición de caracteres sexuales secundarios.

"La noticia corrió como la pólvora, ya que su trabajo coincidió en el tiempo con los estudios de Voronoff (un cirujano francés de origen ruso que se hizo famoso por su técnica de trasplantar tejido de testículo de mono en los testículos del hombre con finalidades terapéuticas) sobre los métodos de rejuvenecimiento", escribió el doctor Melquíades Cabal en su libro "100 médicos asturianos", publicado en Oviedo en 1976. Curiosamente, con el transcurrir de los años en Asturias el doctor Ortega es más conocido por su gran afición a la música que por su profesión médica, a pesar de que está considerado el primer endocrino que ejerció en el Principado desde su consulta de Gijón.

Por medio del último de sus hijos vivos, Luis Ortega, veterinario jubilado, las siguientes líneas acercarán la figura de Francisco Esteban Ortega Fernández de la Granda, "un autodidacta extraordinario", como escribió el doctor Melquíades Cabal en su citado libro, y miembro de una saga de médicos que ya llegó a la quinta generación.

Francisco Esteban Fernández de la Granda nació el 23 de julio de 1895 en Mieres del Camino y fue el mayor de los seis hijos del matrimonio formado por el médico Antonio Ortega Jiménez y Rosa Fernández de la Granda Álvarez-Buylla, que era hija del doctor Fernández de la Granda.

Antonio Ortega Jiménez, natural de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), tras acabar sus estudios de Medicina en Madrid se trasladó a Asturias para hacer prácticas en Fábrica de Mieres, y así conoció a la que sería su esposa. Pocos años después el matrimonio se instaló en Gijón, donde en 1903 nació el segundo hijo: Antonio, que fue doctor en Ciencias Químicas y un destacado escritor, así como miembro del Consejo de Asturias y León durante la Guerra Civil, tras la que tuvo que exiliarse en Cuba, donde en las décadas de los años cuarenta y cincuenta fue un referente de la cultura progresista. Rosa, Soledad, Luis (médico especialista en pulmón y corazón) y Juan (nacido en 1912 y maestro de carrera) fueron el resto de los hijos de Antonio Ortega y Rosa Fernández de la Granda.

En Gijón, la familia vivía en un chalé situado en la esquina de la calle de Casimiro Velasco con la de Cabrales, anejo a la que se conoce como "casa de la palmera", actual sede de la empresa municipal Divertia. El 13 de diciembre de 1917 falleció, a los 49 años, el doctor Antonio Ortega Jiménez, académico corresponsal de la Real Academia de Medicina y Cirujía, exprofesor Clínico del Hospital de San Carlos, exmédico del de la Princesa (ambos de Madrid), inspector de Sanidad, Subdelegado de Medicina y presidente del Ateneo Casino Obrero de Gijón.

El fallecimiento de Antonio Ortega tuvo lugar pocos meses después de que su primogénito, Francisco Esteban, obtuviese a los 21 años de edad (el 4 de julio de 1917) el título de licenciado en Medicina y Cirujía por la Universidad Central de Madrid, tras estudiar el Bachillerato en el Real Instituto de Jovellanos, en el que se graduó en 1911.

Retornó Francisco Ortega a Gijón e instaló su primera consulta en el número 14 de la calle de Ezcurdia, frente a la playa de San Lorenzo (luego tendría la consulta en la calle del Instituto y, finalmente, en la de Covadonga) y bien pronto se interesó por la Endocrinología, una especialidad médica de la que era pionero en España el doctor Gregorio Marañón. "Mi padre, que tenía una memoria extraordinaria, aprendió miles de palabras en inglés para poder leer las revistas médicas extranjeras que hablaban de Endocrinología, y así, de una manera autodidacta, se hizo con la especialidad", señala su hijo Luis Ortega.

Y hasta tal punto fue un referente, que se contaba que el doctor Marañón solía decir a los asturianos que acudían a su consulta, en Madrid: "¿A qué viene usted aquí habiendo un Francisco Ortega en Gijón?". Francisco Ortega se casó con la gijonesa Maruja Alonso-Villaverde Morís. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Francisco (que fue médico pediatra y jefe de servicio en el Hospital Universitario La Paz de Madrid), Antonio (destacado endrocrino que aprendió de su padre la especialidad), Luis (veterinario) y Maruja (enfermera).

Hombre de ideas progresistas, durante la Segunda República y la Guerra Civil el doctor Francisco Ortega militó en Izquierda Republicana, partido cuyo líder era Manuel Azaña. Fue fundador y primer presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Gijón. Durante la contienda civil fue desterrado a La Felguera por no levantar el puño al paso de una manifestación. Curiosamente, el castigo se lo levantarían las autoridades republicanas como el regalo de bodas, en mayo de 1937, del practicante Eladio Verde, también el más prolífico de los autores de teatro asturiano e íntimo amigo de Francisco Ortega. Eladio Verde fue el regaló que pidió: "Dejen volver a Gijón a don Francisco".

El doctor Ortega falleció el 12 de abril de 1954, a los 58 años. Además de sus estudios médicos sobre las vitaminas o la diabetes, entre otros, su faceta musical, también autodidacta, le llevó a escribir muchas composiones (con su hermano Antonio compuso "Greguerías musicales" para piano). Y es que, como escribió el doctor Melquíades Cabal: "Un médico parece que no es completo si se limita a ser solamente médico".

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