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El empresario que apoyó a Fidel

José Peláez, hijo y nieto de fusilados en la Guerra Civil y presidente de la asociación Bartolomé de las Casas, fue pionero en la ayuda solidaria a Cuba tras caer la URSS

De izquierda a derecha, Marqués, "Gallego" Fernández, Peláez y José Cosmen ÁNGEL GONZÁLEZ

El padre y el abuelo de José Peláez Prado fueron asesinados durante la guerra civil y enterrados en la fosa común de Oviedo de donde hace unos años los familiares pudieron recuperar sus restos. Como muchos españoles durante el franquismo, de joven recurrió a sintonizar en la onda corta emisoras lejanas para escuchar lo que se transmitía desde más allá de los Pirineos. Fue a través de aquella vieja radio como se enganchó a la revolución cubana, escuchando a finales de los años 50 las emisiones de Radio Habana "cuando Fidel ya estaba en la montaña".

Aquellas fueron unas ideas que no perdió a pesar de que acabó convirtiéndose en un empresario de éxito. Nacido en Cayés (Llanera) hace 78 años, José Peláez lleva residiendo en Gijón los últimos 45. Comenzó a trabajar a los 12 años, luego se hizo empresario y con su firma Construcciones y Promociones Morgallanera levantó un millar de viviendas en Gijón, Pola de Siero, Llanera y Lugo de Llanera. Ahora está jubilado y preside la Asociación de Amistad Asturcubana Bartolomé de las Casas, que participó en los contactos de tres expresidentes regionales con Fidel Castro: Juan Luis Rodríguez Vigil, Antonio Trevín y Sergio Marqués. Su asociación también ha facilitado a diversos empresarios asturianos el contacto con dirigentes de la isla caribeña.

Hace 29 años comenzó a viajar a Cuba. Sus primeros contactos con el régimen comunista fueron al año siguiente, a través de Mayelín Alvargonzález Romaña, hermana del propietario de Alvargonzález Contratas, pero con una trayectoria vital muy distinta. Mayelín, abogada, persona muy próxima a Raúl Castro, con un alto cargo en el régimen y amiga de la exalcaldesa Paz Fernández Felgueroso, era hasta su fallecimiento "la embajadora" de los asturianos simpatizantes con la revolución cubana. Había llegado a Cuba después de que su padre, que había estado preso en la cárcel de El Coto y condenado a muerte, eludiera esa pena y luego lograra huir de España, explica Peláez, que conoció a Mayelín "por medio de Luis Redondo", fundador del sindicato CSI.

Tras la caída de la Unión Soviética y en pleno bloqueo por Estados Unidos a la isla, Peláez y la asociación que preside fueron los primeros en impulsar los envíos de cargamentos solidarios desde España.

Con el tiempo logró una estrecha amistad con el vicepresidente del Consejo de Estado cubano, José Manuel Fernández Álvarez ("Gallego" Fernández) y en varias ocasiones mantuvo encuentros con Fidel Castro. Alguno con anécdota incluida: como cuando el gobierno gallego preparaba la visita de Castro a la comunidad vecina y Peláez le sugirió al comandante que también podía acercarse a Asturias, a Posada de Llanera. La extrañeza y contrariedad con que le respondió el comandante de la revolución cubana se la explicó después uno de sus cercanos: "En Cuba llaman posada a las casas de citas", señala.

Su apoyo incondicional a Cuba durante décadas le fue reconocido con la concesión de la Medalla de la Solidaridad por el Consejo de Estado cubano. Otra medalla la obtuvo en su tierra, de la federación de concejos. También exhibe con orgullo la que le otorgaron los cubanos que lucharon en las brigadas internacionales "en la Guerra 'Incivil' española". El gobierno cubano también puso el nombre de su madre, Ángeles Prado Garrido, "una obrera de la fábrica de metales de Lugones" a uno de los pabellones del hospital Diez de Octubre.

Preguntado por qué va a cambiar en Cuba sin Fidel responde, "es una incógnita si va a cambiar algo; el pueblo está muy identificado con la Revolución aunque haya un sector en contra".

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