No cabía ni un alfiler y el champán -o sidra achampanada- empapó la piedra de la plaza Mayor cuando el reloj marcó con sus manecillas el inicio de un nuevo año. Cientos de gijoneses daban la bienvenida al 2017 entre un festival de confeti y serpentinas (de papel y de spray) mientras los corchos de las botellas sobrevolaban las cabezas de los asistentes.

Autóctonos y foriatos. Familias enteras y grupos de amigos. Maridos y mujeres. Novias, novios y viceversa. O puede que amantes. En traje o con disfraz. Del Real Sporting o quizás alguno del Real Oviedo. Incluso con matasuegras para iniciar bien el año. Cualquier combinación es válida y posible en Nochevieja siempre que las doce uvas de la suerte -se vendieron 500 bolsas este año allí- se tomen en compañía de un ser querido. Y así fue, en la entrada y salida en el nuevo año en la ciudad reinó el buen ambiente al son de la música del "disc-jockey" Daniel Vieites que preparó la situación para que nadie se despistara con los cuartos.

En una pantalla gigante se proyectaron los números para que nadie pudiera perderse desde la primera a la duodécima. Empapizarse no estaba en los planes de nadie y todos los asistentes comenzaron a besarse y abrazarse cuando se leyó en pantalla "Feliz 2017 Gijón" en letras grandes y rojas que incitaban a la pasión.

Comenzó así un año cargado de deseos. No falta quien pide "trabajo, dinero y salud" como el grupo de amigas de Semiramis y Silvia González, Davinia Velasco y Covadonga Álvarez. Las hermanas Rocío y Leonor Barba incluyen en sus pretensiones "que siga la amabilidad de la gente". También los mallorquines David Domínguez, Eugenio Rodríguez y Cristina Vadell que por motivos de estudios y laborales viven en Gijón. Tampoco falta ningún año José Manuel González con su cuadrilla de amigos. "No hay otra celebración que venir aquí, además, no vamos a ser nosotros menos que los de Madrid", señala no sin pedir "menos corrupción" a quien corresponda para este nuevo año. O no menos importante este deseo. "Que el Sporting se salve este año", espera el pequeño Pelayo Naya Lavandera en compañía de su hermana Saida y sus padres Marcos y Naya.

Poco después de las doce, y a coro, se entonó bien alto el "Gijón del alma" y "Asturias" de Víctor Manuel antes de dejar paso a los ritmos latinos y la moda musical imperante.