"Son una calamidad, a ver si por lo menos quedan bien". Vecinos y comerciantes de la calle Marqués de San Esteban están "hartos" de unas obras de adecuación de la calle que, pasan las semanas, y no tienen visos de finalizar. Más aún, en un periodo tan trascendental para la economía de la ciudad como es el verano. Ruidos, suciedad, atascos y calles cortadas al tráfico, es el día a día que se vive en la céntrica calle y, quien más quien menos, ya ha llegado a su límite.

"¿No tienen meses en todo el año para ponerse a hacer las obras en verano?". La reflexión de Anita Rey, propietaria del Hotel Don Manuel, es la de todos los hosteleros de la zona. "Es una vergüenza lo que hacen con nosotros, tienen nueve meses para hacer obras y se ponen ahora a ello", clama Rey, "ahora que es cuando tenemos que tener el hotel lleno vienen y nos cierran la calle, la gente viene con coches, con maletas, familias enteras, ¿qué tenemos que ir a recogerlos a Pedro Duro para que sepan llegar?", enfatiza. "Todo son tablas y zanjas, a la gente mayor tienen que venir a buscarnos", relata la veterana hostelera, "y lo de esta suciedad y el ruido no tiene nombre".

Para Rey, "ser político no es sentarse y dar órdenes, es saber las necesidades que hay en la calle y hay muchas, están haciendo mucho daño a los negocios", resume contrariada.

A pocos metros de su hotel, Gabriel Salgado se las ve y se las desea para repartir los productos que carga en su camión. "Es una locura, es imposible", asevera. "Las únicas plazas de carga y descarga que había nos las quitaron, ¿dónde paramos ahora para hacer el reparto?", se pregunta, hasta el punto de tener que acudir a la labor con un acompañante, "uno reparte y otro vigila, porque aquí mal aparcados viene la Policía y te multa. Son cincuenta o cien euros que tenemos que pagar de nuestro bolsillo", explicita. "Veremos a ver cómo lo arreglan ahora, pero ensanchando la acera, no creo que tengamos sitio ni para dar la vuelta con el camión", analiza, "todo el reparto andando, todas las calles peatonales, es imposible".

Pero no solo los profesionales sufren los trabajos de adecuación. Los vecinos no dejan de ver cómo los días pasan y las obras no terminan. "Es una hecatombe", sintetiza Mónica Carro, "los plazos hace ya tiempo que están incumplidos, y molestias, todas las del mundo", asegura. "Cortes de tráfico, ruido, polvo", enumera, "mejor gastaban el dinero en otras cosas que hacen más falta". Sin embargo, lo que más llama la atención de Carro es "el cableado, todo por ahí suelto, es antiestético y peligroso".

Con ella coincide Aníbal Cuetos. "Es una comedia, estamos en julio y aún están asfaltando todo", asevera, "con todos los cables por ahí colgando, es un desastre". Para Cuetos, el mayor pero es el suelo bajo los soportales. "Es ineficaz, solo vale para que puedan entrar las barredoras automáticas a la hora de limpiarlo, pero es una cochambre". En cuanto al diseño del techo, "ponen una lámina aislante, como si fuera a quitar mucho ruido a los vecinos. Si aún fuera rojiblanco, tendría más sentido", bromea.

Pero no todo son opiniones en contra. José Manuel Piñera entiende que las molestias no dejan de ser las "habituales" en este tipo de circunstancias. No está tan contento con el suelo elegido. "Es cemento y arenisca, que son materiales porosos y chupan todo, por mucho que pasen la manguera no se quita", y es que el piso muestra ya un aspecto propio de varios años de utilización, antes incluso de que finalicen las obras. "Está todo muy mal rematado, como hecho a la prisa, las juntas de dilatación las hicieron pasando una radial y no se preocuparon ni de ir en línea recta", apuntilla Piñera, quien confía en que "no se pierdan aparcamientos". Un día menos para ver el resultado final.