Un hombre con antecedentes penales en Gijón por un delito de malos tratos contra su pareja ha vuelto a ser condenado, esta vez por la Audiencia Provincial de Las Palmas de Gran Canaria a diecisiete años de cárcel por los delitos de asesinato en grado de tentativa, quebrantamiento de condena y retención ilegal contra la misma mujer con la que volvió a convivir en Fuerteventura. Un fallo judicial ratificado en su totalidad por la sala de lo penal del Tribunal Supremo.

En Gijón, primero fue condenado a cuarenta días de trabajos en beneficio de la comunidad por un delito contra la seguridad vial y después por el Juzgado de la Violencia sobre la Mujer por un delito de malos tratos contra su pareja a otros tantos días de trabajos y a la prohibición de acercarse ni comunicarse con ella durante un año, hasta el 9 de octubre de 2015. No obstante, el condenado retomó la convivencia con esta mujer en octubre de 2014. Primero se trasladaron a Galicia y después a Fuerteventura. Fue en esta isla canaria donde ocurrieron los últimos hechos delictivos.

Era la noche del 4 de diciembre de 2014 y, tras mantener relaciones sexuales en el domicilio en que vivían juntos, ella comenzó a intercambiarse mensajes con otro hombre y aseguró al condenado que le abandonaría para irse con él. En ese momento el hombre se abalanzó sobre ella y, tras abofetearla y sujetarla por el pelo, la maniató de pies y manos, atándola a la cama con unos trozos de tela que había en la habitación. La mantuvo así durante una hora a pesar de que ella le imploraba una y otra vez que la soltase. El sujeto le confesó sus planes: la iba a secuestrar y después matar por "hija de puta, zorra y falsa". Por temor a que los gritos de ella alertasen a los vecinos, también le colocó un trozo de tela en la boca.

Finalmente, le puso sobre la cara una almohada con la finalidad de impedir que su pareja pudiese respirar, tapándole boca y nariz. En ese momento agentes de la policía comenzaron a llamar a la puerta. Habían sido alertados por los vecinos que sí lograron escuchar los gritos de auxilio de la víctima. Fue entonces cuando le ató una tela al cuello para tenerla bien sujeta. Él agarraba la tela por el otro extremo. Así abrió la puerta a los agentes, lo justo para que los policías pudiesen ver a la mujer que intentó escapar sin éxito porque el condenado tiró de la cuerda para evitarlo. En un segundo intento, la mujer logró llegar al descansillo del inmueble y zafarse de su novio que cerró rápidamente la puerta para encerrarse en el domicilio. La mujer ya estaba a salvo, al cuidado de los agentes. Una vecina alertó que había visto un charco de sangre en el suelo de la cocina por lo que los policías entraron y se encontraron con que el agresor había intentado quitarse la vida sin éxito.

El hombre fue condenado a nueve meses de cárcel por quebrantamiento de condena -el alejamiento dictado en Gijón-, a cinco años de cárcel por detención ilegal y a once años y tres meses por asesinato en grado de tentativa. Ahora el Tribunal Supremo ratifica estos 17 años de cárcel.