El reloj marcaba las doce y media de un día gris y agitado por el viento cuando se recibió el aviso: un vecino que caminaba por la zona se había encontrado lo que parecía un cuerpo en una pequeña cala de la costa lucense, próxima a la antigua cetárea de Rinlo. De inmediato, efectivos de la Guardia Civil y Cruz Roja participantes en el rastreo puesto en marcha el miércoles para dar con Chano Castañón se presentaron en el lugar, y confirmaron los peores presagios: los restos mortales correspondían con los del hostelero gijonés, desaparecido en la playa de As Illas. Había llegado a Galicia el pasado fin de semana y hoy mismo tenía previso reincorporarse a su trabajo en el Café Gregorio, pero sobrevino la tragedia.

Desde primera hora se había retomado el dispositivo de búsqueda en la costa de Ribadeo, con varios equipos rastreando desde tierra, mar y aire cualquier pista que pudiese conducir al avezado pescador, dado por desaparecido la jornada anterior. Pasado el mediodía se logró encontrar el cadáver: estaba en un pequeño entrante del mar, unos seis metros tierra adentro, donde lo había dejado la marea, al borde de la carretera que sigue este litoral costero.

De inmediato, familiares y amigos accedieron al lugar. "Estamos todos muy afectados. Esto es una desgracia", acertó a decir José Luis Álvarez, uno de los compañeros de Castañón, que explicó que "en más de una ocasión" el hostelero había pescado lubinas en el mismo lugar en el que descansaban sus restos mortales. Acto seguido, Álvarez marcó varios números de teléfono, llevando las agrias noticias hasta oídos de otros allegados del fallecido.

"No nos los creemos"

Algunos de ellos se concentraban desde la noche del miércoles en el camping de Benquerencia, en el pueblo vecino de Barreiros, acompañando a su mujer Mercedes y a su hijo Andrés. En el camping tenía montada desde hace años su base de pesca, y allí acudía en semanas alternas para disfrutar de su pasión en compañía de su familia. "Es un mazazo, no nos lo creemos", aseguraba ayer conmocionada la responsable del negocio, Raquel Castro, ocupada durante toda la mañana en "seguir el rastreo y atender a su familia en todo lo que necesiten". Con la confirmación de las peores noticias, la tristeza se hizo aún más espesa. Porque "Chano era de toda la vida, como de la familia, la mejor de las personas que te puedas imaginar; siempre alegre y atento a pesar de los problemas", señalaba Castro al borde del llanto. Hace 16 años que pasaba "casi medio año" en un bungalow del camping, del que salió el miércoles para no regresar más. "Tuvo que darle algo porque conocía la zona mejor que nosotros mismos", razonaba Castro.

A unos pocos kilómetros del camping, la operación de rescate del cuerpo no entrañó dificultades aunque fue precisa una intervención previa del helicóptero de salvamento de Galicia. En torno a la una y media se llevó a cabo el levantamiento del cadáver.