Paola Villanueva no lo ha tenido fácil en su corta vida, pero su esfuerzo no ha sido en balde. La joven de 16 años, estudiante de Educación Secundaria Obligatoria en el colegio Corazón de María donde terminó con nota media de notable alto, cursa ahora estudios de grado medio en el IES Roces, para atender a personas en situación de dependencia. Todo normal, si no fuera porque desde que era un bebé ha residido en diferentes centros de acogida.

"La familia en la que nací no supo educarme, así que desde que tengo 18 meses vivo en centros de acogida", resume con sencillez palmaria. Hace tres años que reside en uno de esos centros en Montevil, y desde que tenía tres años acumula estancias en un total de tres instituciones, todas ellas en Gijón. Además, con ella reside un hermano que se quedó ciego en la infancia, y mantiene contacto con un tercer hermano que vive en acogida permanente con una familia. Una situación que bastaría para desestabilizar a cualquiera, pero no en el caso de Paola. "En el centro me ayudan mucho a centrarme, siempre me han orientado con los estudios y siempre tuve claro que quería estudiar", señalaba ayer antes de recibir uno de los premios educativos "Eleuterio Quintanilla" que distinguen el esfuerzo del alumnado en dificultades así como la brillantez de los resultados académicos.

"Si yo he sido capaz de lograrlo, cualquiera puede hacerlo"

Paola Villanueva fue también la encargada de pronunciar el emocionante discurso final, que puso en pie a todos los asistentes. "Si yo con todas las dificultades que he tenido he sido capaz de lograrlo, cualquiera puede hacerlo", señaló ante el público, antes de agradecer "a la familia que me acoge en fines de semana y en vacaciones, que son como mi familia de verdad". Ahora sabe que "puedo optar a un futuro laboral", y que además, después del grado medio que cursa hoy en día, podrá tener la oportunidad de estudiar Educación Infantil, "que es lo que más me gusta desde siempre, pero tenía que tener en cuenta una salida laboral más rápida".

Como ella ayer recibieron premios numerosos estudiantes. Algunos, de etnia gitana y con discapacidad intelectual; otros, procedentes de ámbitos familiares desestructurados y aún así alumnos de sobresaliente. Marta Rodríguez, Marta González, Joaquín Antonio Santana, Nel Álvarez, Andrea Dos Santos, Pelayo Álvarez, Sergio Sanjurjo y Clara Martínez subieron al estrado en las categorías de expediente académico y esfuerzo personal para recibir como galardón a sus desvelos un diploma, un libro, y dependiendo de la categoría, una cámara "go-pro" o una bicicleta. Además se entregó un galardón especial de actitud de sociabilidad colectiva en Educación Primaria a los alumnos de sexto curso del colegio Santa Olaya por su labor de integración para con un alumno diagnosticado de síndrome de Asperger.

Todo un ejemplo de que el esfuerzo tiene sus frutos y de que la motivación aparece en cualquier circunstancia. Sólo es cuestión de buscarla.