La prolongación en el tiempo de la sesión plenaria más allá de lo esperado hizo que ayer las bajas de concejales en sus asientos se fueran sumando con el paso de las horas. De hecho, la propia alcaldesa, la forista Carmen Moriyón, se marchó unos minutos antes del final de la sesión para poder llegar a una cita ineludible. Pero hubo alguien que nunca llegó a sentarse en su silla: Verónica Rodríguez. El Pleno llegaba sólo unas horas después de que la concejala de Xixón Sí Puede hubiera registrado su renuncia como edil tras las discrepancias con su organización política sobre la fallida moción de censura. Rodríguez es técnica de cultura y trabajadora del Ayuntamiento de Gijón.

Los silencios de los ediles fueron compensados por las voces de los ciudadanos. Tres tuvieron ayer turno de palabra en el salón de plenos. La primera fue Ruth Cañedo, que acompañada de colegas del club de lectura de La Calzada y antes de una iniciativa de IU en favor de más fondos para las bibliotecas, explicó la frustración de todos al no ver ejecutadas las obras en su biblioteca que habían conseguido sacar adelante con mucho trabajo a través de los presupuestos participativos. También pidió a la Corporación que no se olvide de APTA, y sobre todo que no se olvide de la ayuda comprometida con ese centro especial de empleo, Joaquín Fernández Bárcena como presidente de la Asociación de Padres de Exalumnos del Sanatorio Marítimo.

El único contento parecía Borja Ibaseta, quien en nombre de Xega, agradeció la declaración unánime de apoyo a la visibilización en espacios públicos del colectivo LGTBI.