La caída de la plaga de la patata alimenta las ansias de los agricultores de volver a plantar tubérculo en el concejo. "Hay muchas ganas", confiesan los afectados por la polilla guatemalteca, cuya presencia obligó el año pasado a la consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales a prohibir su cultivo en Gijón, junto a otros doce municipios. El principal foco estaba en Monteana, pero desde hace ocho meses -en concreto, desde el 7 de diciembre- no se ha vuelto a localizar un parásito. Las 79 trampas repartidas por el concejo están completamente limpias y, de seguir así, el Principado contempla levantar la veda a finales de 2019. "El tubérculo cultivado en casa por el aldeano es mucho más rico que el comprado", reconocen los vecinos de la zona rural, que ven "muy positivos" los datos.

Las primeras patatas infectadas en el centro de Asturias por la plaga de la polilla se hallaron en la parroquia de Monteana en marzo de 2017, de donde se retiraron y destruyeron 67 kilos. Ante el temor de que la plaga saltase al Oriente -la zona más castigada es el Occidente-, la consejería de Desarrollo Rural optó por prohibir la plantación de patata en los alrededores de la finca afectada de la localidad de Fresno. Pero la mariposa, muy dañina al atacar no sólo en el campo sino también en los almacenes, siguió avanzando. El Gobierno regional decidió entonces ampliar la prohibición a todo el municipio con el consiguiente cabreo de los vecinos. "La gente se lo tomó muy mal y, de hecho, algunos, sabiendo que no podían cultivar, lo hicieron igualmente y tuvo que venir la Guardia Civil", señala Eusebio Ortega, presidente de la asociación de vecinos de San Andrés de los Tacones.

Ahora, la plaga por fin ha remitido y los afectados reconocen que las medidas tomadas en su día por la Administración fueron "duras", pero efectivas. Aunque ya haya pasado un año sin patata gijonesa en la despensa, los agricultores insisten en que, una vez que el Principado lo autorice, "seguiremos cultivándola en el campo", como asegura Manuel González- Posada, presidente de la Federación de Asociaciones Vecinos Rurales "Les Caseries". "Igual que tenemos lechuguina y tomatinos, la patata casera volverá", dice González- Posada. "Ya que tenemos un terreno, hay que aprovecharlo. Y no tiene nada que ver lo cultivado en casa a lo comprado", coincide Eusebio Ortega. Aun así, queda un año largo para poder saborear otra vez tubérculo gijonés.