Según se acerca el final del verano se apuran los tragos de sidra y se cocinan las últimas sardinas. Cimadevilla remata sus fiestas con el segundo de los fines de semana en los que se desarrollan y ayer el salón de actos de la Casa del Chino se quedó pequeño. "Había más de 300 personas", como dice la canción "Boda en Cimavilla", entonada ayer por un coro que hizo llorar a más de uno.

El popular barrio homenajeaba a cuatro vecinos ilustres y con pedigrí. Entre todos suman más de 200 años viviendo en Cimavilla. De La Vicaría a Las Cruces y de la Calle Atocha a la Plaza de la Soledad, los galardonados "anduviéronlo todo". Uno de los que ayer recibieron el aplauso de sus vecinos fue José Luis Guardado, padre de Flor Guardado, directora del puerto deportivo. "Esto es fabuloso, llevo aquí 40 años y soy el socio número 20 de la asociación de vecinos. Hace unos años que bajamos a vivir a la plaza Mayor, que sigue siendo Cimadevilla, pero hoy me prometí que voy a subir a caminar por el barrio mucho más, está guapísimo", confesaba Guardado.

"Nerviosísima", así estaba María del Carmen Riera. Esta vecina, "con tres fíos, una pelirroja, una morena y uno rubio, uno de cada", era de las más felices de la fiesta y solo ponía un pero a su vida en Cimadevilla: "Lo único malo ye que llevo jugando el mismo número de lotería toda la vida y no me termina de tocar". Carmina Lastra, la de "la familia de les mosques", repasaba de memoria todo lo que ha sido su vida: "Vendí pescado, marisco, estuve en Francia siete años, tengo dos bisnietos corriendo por aquí, han pasado tantas cosas en este barrio... el mejor de Gijón".

La otra de las homenajeadas, Teresa Suárez, sigue pensando tras 75 años en el barrio que lo mejor es "la buena gente, trabajadora y cariñosa que puedes encontrar a tu lado". Las fiesta continúa hasta mañana domingo, pero un homenaje como el de ayer quedará para siempre.