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MARGARITA SALAS | BIOQUÍMICA

La marquesa de Canero, al microscopio

La científica más destacada del país acaba de ser distinguida con el honoris causa por la Universidad Carlos III, pero aún le falta el "Princesa de Asturias"

La marquesa de Canero, al microscopio

Mis recuerdos de Margarita Salas se remontan a la adolescencia, cuando ambas cursábamos el Bachiller en el colegio de La Asunción, aunque en distinto curso. Era divertida, inteligente, nada seria y participaba en todas las iniciativas por disparatadas que fueran. Vivía cerca del colegio, en un chalé frente a un lateral de la plaza de toros de El Bibio y era hija del doctor Salas, un eminente psiquiatra. Entonces sus mejores amigas eran Asunción Quirós y Paz Fernández Felgueroso, pero la vida las llevó por caminos distintos: Suni es hoy la madre superiora del colegio, Mapi ha hecho una carrera política y Margarita es una relevante científica, sencilla y humilde que no se vanagloria de nada. He seguido los pasos de ellas y se puede decir que han sido tres triunfadoras en la vida, aunque en diferente sentido.

No me sorprendió la fulgurante carrera de Margarita, supe de su relación profesional con Severo Ochoa; previamente había hecho el doctorado con el prestigioso bioquímico Alberto Sols, para el que Margarita era invisible, tal era el concepto que se tenía entonces de las mujeres. De lo que cabe deducir que a Margarita nadie le regaló nada, tuvo que abrirse paso a codazos y demostrar su categoría profesional y su excepcional inteligencia. Antes de marcharse a Nueva York se había casado con Eladio Viñuela, un hombre muy interesante y guapo, otro destacado científico con el que vivió la época más feliz de su vida, según suele comentar. Con él tuvo una hija, Lucía, pero la fatalidad se la llevó en lo mejor de su edad. Coincidí con ella en una consulta del Hospital Jiménez Díaz de Madrid, cuando ya el pronóstico era irreversible. Creo que nunca se repuso de su pérdida. Más tarde, en 1994, asistí en Madrid a su nombramiento como presidenta del Instituto de España, la entidad que agrupa todas las Reales Academias. Fue una sorpresa para ella verme allí, entre tantos académicos. Recuerdo su discurso, propio de una mente brillante. Entonces ya estaba en su vida el "phi 29", un descubrimiento propio que tiene múltiples aplicaciones biotecnológicas debido a su altísima capacidad de amplificación del ADN. Hoy, a sus setenta y tantos años sigue trabajando con el virus bacteriófago "phi 29", de gran utilidad en la investigación en biotecnología, y el cual infecta una bacteria no patógena.

Su contribución a la bioquímica mundial ha traspasado fronteras y hoy está investida con el título de "Investigadora europea", que le otorgó la Unesco en 1999. Además preside la Fundación Severo Ochoa y es miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Real Academia Española, de la Academia Europea de Ciencias y Artes, de la American Society for Microbiology, y de la American Academy of Arts and Sciences, entre otras. Pero no tiene el premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica, siendo ella asturiana. Pese a haber sido nombrada doctora honoris causa por las Universidades de Oviedo, Rey Juan Carlos, Murcia, Extremadura, Politécnica de Madrid, Jaén, Málaga, Cádiz, la UNED, y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Resulta incomprensible que no le hayan otorgado aún el premio "Príncipe de Asturias", hoy "Princesa", aunque sí cuenta con la Medalla de Asturias. Alguien me dijo un día que, mientras estuviera en el jurado de dicho galardón una persona concreta, no se lo darían. Inmediatamente compadecí a esa persona, que no sé quién es, pero ¡qué esclava es de sus pasiones!, y qué poco favor se hace a sí misma. Mientras a Margarita Salas le siguen lloviendo las distinciones; por ejemplo, es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, siendo la primera y única mujer que forma parte de dicha institución. Tiene el título de "Asturiana universal", por sus aportes a la biología molecular. Y en 2016 recibió la Medalla Echegaray, de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Es el más alto galardón científico que concede esta institución, creado a instancias de Santiago Ramón y Cajal en 1905, tras la concesión del Premio Nobel a José Echegaray. Margarita Salas ha sido la primera mujer en recibirlo, y solamente se ha entregado catorce veces en más de cien años de historia. En abril de este mismo año, 2018, ha sido investida doctora honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona. Y las últimas noticias sobre ella apuntan a que ha sido designada para formar parte del Consejo para la Investigación y la Innovación, impulsado por el Principado de Asturias. Y esta misma semana, honoris causa por la Carlos III de Madrid.

Es marquesa de Canero desde 2008. ¿Y los premios? No cabrían en estas páginas, pero le falta uno, el de su tierra...

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