La gallega Marta Bernárdez tuvo a su primer hijo hace nueve años. Ella era enfermera y acudió a dar a luz, como hacen buena parte de las embarazadas, al hospital de su ciudad. Su parto fue tan tranquilo que se sintió como en casa y, en ese momento, decidió hacerse matrona. Desde entonces ha formado junto a su compañera Carmen Amorín el grupo "Luna de Brigantia" y asiste los partos de mujeres que prefieren dar a luz en la comodidad de su hogar. Hoy, a las 13.30 horas y en el centro municipal integrado El Llano (calle Río de Oro), Bernárdez será la encargada de cerrar el XI Encuentro sobre embarazo, nacimiento y puerperio, organizado por la asociación asturiana Amamantar. Hablará, además de sobre los partos en casa, sobre cómo el papel de la matrona, fundamental en la Edad Media, ha ido perdiendo peso a lo largo de los años.
- ¿Cuándo tomó la decisión de asistir partos en casa?
-Siempre me rondó la idea, pero me decidí cuando di a luz a mi hija, que nació en un hospital, sí, con dos matronas maravillosas que me hicieron tener un parto muy suave, muy tranquilo. Yo, que por entonces ya era enfermera, decidí que sería matrona y me presenté al examen ese mismo año. También tuve suerte porque pude asistir un parto en casa con una matrona que llevaba ya años trabajando y se me permitió ir más tranquila. Después, asistí el parto de una muy buena amiga mía.
- ¿Qué ventajas tiene no dar a luz en un hospital?
-Bueno, a mí no me gusta hablar de ventajas porque, en realidad, el parto en casa es solo una de las opciones que la mujer tiene a su alcance. Es una ventaja si la mujer siente que quiere tener a su hijo en un ambiente que conoce. Mi segundo hijo nació en casa porque lo que yo quería era intimidad y evitar la intervención ajena, y eso son detalles que un hospital no te va a brindar. Otras mujeres prefieren dar a luz en un hospital porque se sienten tranquilas sabiendo que la unidad de neonatos está a la vuelta del pasillo. Las dos cosas están bien y depende solo de lo que la madre prefiera.
- En realidad, el parto en casa era la única opción posible hasta hace no mucho.
-¡Claro! Y se siguió haciendo hasta hoy, aunque sí que es cierto que cuando empezaron a abrir salas de maternidad en los hospitales hubo un bajón notable y las matronas se quedaron relegadas a este tipo de centros. De todas formas, yo conozco varias excepciones cercanas, varias mujeres que hace ya 30 años o así, con todos los hospitales funcionando, decidieron parir en casa igualmente. También se mantuvo en la zona rural, porque las mujeres estaban siempre muy preocupadas por si no llegaban a tiempo al hospital y contactaban con matronas que pudiesen acercarse rápidamente a sus casas. Ahora sí que parece que se está haciendo más visible otra vez, y creo que depende, más que de modas, de la cobertura. En Galicia, que es principalmente donde yo trabajo, conforme aumenta el número de matronas que se ofrecen a hacer partos en casa, más mujeres los solicitan.
- ¿Existen madres que desconfían por si algo sale mal y no se encuentran en un hospital?
-Las que acuden a nosotras ya vienen convencidas de casa. De hecho, en la primera entrevista, en la que nos toca explicar los riesgos que existen en un parto cualquiera, sea en hospital o en casa, les damos un tiempo de reflexión para que estén seguras del todo. A día de hoy esto está mucho más avanzado. Estudiamos a fondo cada caso y nos tomamos mucho tiempo en conocer a la familia, que, al final, es lo que las madres suelen pedir para estar más tranquilas. Tenemos citas de seguimiento y de preparación del parto, todo está muy medido. En caso de contratiempo, lo normal es que seamos capaces de verlo venir con tiempo y, claro está, enviamos a la madre a un hospital. Y eso sucede solo en el 10 por ciento de los casos.
