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Periodista

El Ayuntamiento renunció a realizar un porticado de toda la plaza Mayor

La venta de dos parcelas municipales tenía como fin construir la Casa de Cultura

La plaza Mayor, desde los soportales, cuando se permitía aparcar automóviles en la zona

Nada es nuevo bajo el sol y a principios de aquel año de 1987, Gijón se encontraba al borde de la situación de emergencia por la contaminación atmosférica. Nuestra entrañable playa de San Lorenzo también tenía graves problemas con los restos de carbón y la aparición en sus arenas de ratas muertas por causas inexplicables. En la plaza de Europa se detectaron valores entre seiscientos y seiscientos cuarenta y cinco microgramos por metro cúbico, por lo que el Ayuntamiento estuvo dispuesto a elaborar una nueva ordenanza municipal -nunca nada se puede hacer contras las eternas leyes de la Naturaleza que no están escritas en parte alguna- para combatir la situación meteorológica que había producido un fuerte calentamiento del aire en las capas altas, sin que la falta de vientos ayudasen a solventar la anómala situación. Por entonces el nombre que se dio a aquel fenómeno fue el de inversión térmica que, por supuesto, nada tenía que ver con la ideología de quienes gobernaban nuestra ciudad. Al frente de aquellos problemas estaba ese honrado socialista histórico, Marcelo García. O sea que más o menos igual que ahora, aunque quienes están en la oposición traten siempre de achacar las culpas a quienes realmente no las tienen, dado que nada pueden hacer contra los ahora llamados cambios climáticos.

Julio Paquet y su defensa del fomento de la docencia. En lo que sí tuvieron responsabilidades los gobernantes fue en la decisión del Ayuntamiento Pleno de no acometer el ambicioso proyecto urbanístico de finalizar el porticado de toda la plaza Mayor. La verdad es que las opiniones de los técnicos eran discrepantes, pero el alcalde José Manuel Palacio tuvo un especial empecinamiento personal -de hecho fue quien defendió oficialmente que había que había que hacerlo sin discusión alguna y fue lo último que firmó antes de abandonar el despacho oficial de la Alcaldía- para la venta de dos parcelas municipales colindantes con el "Hotel Asturias" que el concejal Julio Paquet había logrado hacía años para construir allí una Casa de Cultura de la que carecía Gijón.

En su época de presidente de la Comisión Municipal de Enseñanza, el controvertido Julio Paquet que iba siempre por libre -muy consecuente de sus ideas de priorizar la enseñanza de los ciudadanos- logró la escolarización de todos los alumnos, aunque para eso tuvo que recurrir a la solución provisional de aulas prefabricadas, gracias al apoyo de Julián Gómez Elisburu, quien era el responsable de todas estas cuestiones docentes en Asturias. También, por supuesto, no estuvo exento de críticas de quienes consideraban de esa solución. Pero ya se sabe que cuando se está en la oposición siempre hay que argumentar que quienes gobiernan nunca lo hacen bien.

Una prueba más de la fragmentación del grupo del PSOE. La fragmentación del grupo municipal del PSOE era cada día más evidente y eso quedó evidente en las dos veces que el asunto de la venta de aquellas dos estratégicas parcelas municipales en la plaza Mayor -que fueron valoradas solamente en algo más de diecisiete millones de pesetas- fueron sometidas a la preceptiva aprobación del Ayuntamiento Pleno en menos de un mes. El alcalde José Manuel Palacio se basó entonces en los criterios del arquitecto Francisco Pol, quien había realizado el plan urbanístico de Cimadevilla y había incluido dos de los edificios de la plaza Mayor -por su interés histórico en el catálogo de lo que era intocable- además de haber propuesto la construcción de dos edificios de tres plantes en los solares municipales. Aquella precipitada venta en subasta pública con lo que teóricamente se trataba de "dignificar la plaza Mayor", no solamente fue calificada como precipitado error histórico por los grupos de la oposición, sino que hasta el concejal Francisco Villaverde rompió la disciplina de voto en el grupo municipal del PSOE -al no estar de acuerdo con la actitud del portavoz Julio Gómez Rivas que había aplazado la decisión por ignotas razones- lo que dejaba bien a las claras la ruptura política que existía en la Agrupación Socialista de Gijón.

Un cambio en la mentalidad del comercio gijonés. Si así soplaban por entonces los vientos políticos, también los comercios se encontraban inquietos con la nueva dinámica que tomaban aquellos tiempos. Nunca entendieron algunos la positiva -comercialmente hablando- peatonalización de las calles, sino que el principio del establecimiento de grandes superficies comerciales que presionaban para nuevos calendarios de aperturas motivó la lucha en defensa de los descansos en domingos y fiestas.

De ahí que el anuncio de "El Corte Inglés" de invertir cuatro mil millones de pesetas para la creación en Gijón de un centro comercial supramunicipal en las afueras -así se crea realmente ciudad y a la vista está de cómo eran las edificaciones en el entorno de la antigua carretera hacia Oviedo y lo que son ahora- no dejó nada tranquilo al tradicional comercio gijonés. Mi amigo Alejandro Sierra -a quien hasta le enseñé a tocar la guitarra cuando éramos compañeros en el Corazón de María- quien ya regentaba la histórica "Camisería Sierra", un ejemplar negocio familiar en la plaza del Instituto me pidió entonces muy preocupado mi opinión y se la di: el futuro está en la especialización. Tres décadas después creo que ha quedado claro.

El Club de Regatas entra en una nueva etapa de consolidación. No estaba nada bien visto ir a comer al supuestamente elitista pabellón de Santa Catalina del Real de Regatas -digan lo que digan algunos que tienen obsesiones que no se les quita de la cabeza está notarialmente certificado que son terrenos de su propiedad- pero se encontraba en época de vacas flacas, con grandes problemas presupuestarios para cuadrar las cuentas. Quien abrió una nueva era para su consolidación financiera fue Joaquín Merediz Menchaca, con una junta directiva en la que estaban Basilio Teleña González Palacios, Salvador Fernández Rodríguez, Sergio Herrero Merediz, Jaime Salgado Estrada, Fernando González Landa, María Aurora Tirador y Alfredo Álvarez. ¿Cuál fue la fórmula que ese gran publicitario gijonés, -el creador del famoso eslogan "IKE cuida el detalle"- puso en marcha? Pues la respuesta es muy fácil: hizo un gran fichaje en nuestra cantera de la Escuela de Fútbol de Mareo para que el inolvidable "Lin" se pusiese al frente de la cocina y abrir las puertas a todos para la celebración de bodas y banquetes. Los ingresos fueron espectaculares, ya que se incrementaron el primer año en unos treinta millones de pesetas, lo que dejó estupefactos a más de uno que no creía que nos encontrábamos ante nuevos tiempos. Aquellos inesperados beneficios societarios permitieron afrontar importantes renovaciones en unas caducas instalaciones que son, desde luego, uno de los excelsos miradores sobre la bahía de Gijón.

Abrir puertas y ventanas ante los nuevos tiempos que se avecinaban era fundamental. Aunque a mí, por defender los derechos de las mujeres en el Centro Asturiano de La Habana -a fin de que tuviesen acceso a un salón solamente para hombres- me expulsaron como socio con Isaac Vigil como presidente. Así les fue y a la vista está lo que les pasó a quienes tenían una venda en los ojos y aplaudían frenéticamente a quien conducía el autobús, sin darse cuenta de que les llevaba hacia su desaparición.

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