Dicen los que más años llevan visitando Mercaplana que este pasado fin de semana fueron las mejores fechas para acudir al salón de la Infancia y la Juventud, que se celebra durante estos días y hasta el próximo cuatro de enero en el Recinto Ferial Luis Adaro. ¿El motivo? Hay menos aglomeraciones y ello permite que los más pequeños puedan disfrutar de todas las actividades antes de que, tras la visita de Papá Noel, llegue la marabunta.

Y es que la visita anual a Mercaplana es una tradición irrenunciable para muchos gijoneses. Es el caso de la familia Vigil García-Noblejas. La pequeña Sofía, nacida hace mañana un año, visitó ayer por primera vez el salón. No así su hermano Mario, de cuatro. "Todos los años venimos una vez por lo menos", asegura Marta García-Noblejas, madre de los niños, mientras Mario juega con su padre al billar tras haber disfrutado de otros deportes como el baloncesto.

Otra de las grandes atracciones de esta edición de Mercaplana es el taller de alfarería. Allí, con las manos en la masa y la nariz manchada de barro se encontraban Sara Iglesias y Adriana Fernández, ambas de siete años. "Estamos haciendo un jarrón de barro", aseguran las vivarachas chicas, "lo hacemos con las manos, mojándolas en agua, y dándole forma", explican. Cuando acaben con su obra tienen claro que esta va a tener una ubicación privilegiada en sus casas: "en el salón" una y "en mi habitación la otra".

Nerea Canal, de ocho años, otea otro de los pabellones desde las alturas, desde una pasarela colgante a varios metros de altura. "No me dio miedo", enfatiza valerosa la pequeña, que asegura que "me gusta mucho venir a Mercaplana porque hay muchos juegos y puedes escalar, saltar en colchonetas y hacer muchas cosas".

A sus pies, los hermanos Héctor y Alejandro Muñiz, de siete y nueve años, descabalgan de una suerte de karts a pedales, colocados por la Policía Local en un circuito cerrado, en cuya entrada se agolpan decenas de niños. "Nos gusta conducir y aquí estamos aprendiendo", aseguraron al alimón los pequeños, "nos enseñan a ir con precaución y parar en todos los stops".

Antes de que baje el sol, las familias aprovechan para visitar el recinto de los animales. Valentina Núñez, de tres años, hizo extensivo el disfraz de pastora que había vestido en la función teatral del colegio y se afanó en pastorear las cabritillas, gallinas, conejos y ocas mientras su madre intentaba captar una instantánea con su móvil. Así es Mercaplana, un salón para niños donde también disfrutan los mayores.