La gijonesa Eva Uriel inauguró la fiesta de Nochevieja en la plaza del Ayuntamiento de Gijón hace 21 años. Era la primera vez que se hacía y ella, que por entonces estaba embarazada, bajó con dos de sus amigos a recibir el año. Era su forma de inaugurar un piso céntrico que se acababa de comprar. Ayer, Uriel volvió a recibir el año en la misma plaza y con su hija, la ahora veintañera Ainoa Menéndez. "Para muchos de nosotros esto es ya una tradición. Ves caras conocidas de gente que viene siempre a tomarse las uvas aquí", explica Uriel.

Antes de que la basura cubriese el suelo de toda la plaza, cientos de gijoneses y turistas comenzaron a agolparse media hora antes del inicio de las campanadas. Estuvieron representadas las dos caras de la Nochevieja: la elegante, la de los trajes a medida y los vestidos de escándalo, y la fiestera, la de las diademas con luces, espumillón al cuello y matasuegras. Los "míticos" de la plaza se mezclaron con los turistas de viaje que acababan de conocer la ciudad, como fue el caso de la familia de Danna Villavicencia, estudiante peruana en la ciudad, que pudo recibir el año acompañada de buena parte de su familia, reunida ayer en Gijón por primera vez.

Por lo demás, el desarrollo de la fiesta fue la misma de siempre. El DJ Dani Vieites, maestro de ceremonias y encargado de ambientar la plaza antes y después de la medianoche, dio un cursillo exprés a los asistentes sobre los cuartos y la campanadas. Inaugurado ya el año, tocó, también como manda la tradición, el clásico "Gijón del alma" y, después, la fiesta se alargó hasta bien entrada la madrugada.