Por una vez, Don Pelayo no fue el rey más aclamado en la plaza del Marqués. En la mañana de ayer, el monarca asturiano cedió el honor a tres homónimos venidos del lejano oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres Reyes Magos. Sus Majestades de Oriente realizaron el último tramo de su trayecto en helicóptero, aterrizando en un soleado cerro de Santa Catalina, junto al Elogio del Horizonte. Ya entonces, y hasta la noche, pudieron sentir el calor de los más pequeños.

Desde las 9 de la mañana llevaban esperando para ver a los Reyes Magos la familia Vázquez Sánchez. El pequeño, Antonio, de ocho años, no dudó en asegurar que, pese al frío, "merece la pena", con tal de poder reiterar sus peticiones -un volante de la Nintendo Switch para él y un libro para su hermana Carla-. De tarde, planeaban ir a la cabalgata con "serpentinas, confeti y mucha ilusión", antes de ir a casa a preparar el avituallamiento para Sus Majestades: "leche, galletas y whisky, para que entren en calor", explicaron sus padres.

Blanca, Antonio, Jaime y Martín Fernández, cuatro hermanos de entre 4 y 12 años, aseguraron haber sido "muy buenos: sacamos todo notables y sobresalientes". Por ello, su carta iba repleta de peticiones: una Nintendo, un juego o una pistola Nerf. Y para que todos los presentes lleguen a sus manos, prometen "dejar muy recogida la casa, que el año pasado Gaspar se tropezó".

En una esquina de la plaza se encontraban Mateo y Jesús Rodrigo, Martina Menéndez y Daniel Río, de 7 y 9 años, que tuvieron la oportunidad de hablar con Melchor. "Nos dijo que fuéramos buenos para que nos trajeran todo lo que pedimos", explicaron. En el caso de los hermanos Rodrigo, "la varita de Dumbledore y de Harry Potter", para hacer batallas mágicas y "una guitarra para aprender a tocarla". La nota de color la puso Manuel Fernández, de 5 años, ataviado con un gorro y una bufanda del Sporting. "Vamos al partido y luego a la cabalgata", explicó. Ni la derrota del Sporting pudo emborronarle el que probablemente sea su día más feliz del año.