Y, después de tanto esperar, llegó la noche más especial del año. Así la vivieron ayer miles de niños, que esperaban ansiosos la llegada de los Reyes Magos de Orientey desde primera hora de la tarde se congregaban en torno al colegio Begoña, en Viesques, lugar de partida de la cabalgata. Este año la comitiva real venía con muchas novedades: un recorrido más corto (3 km y medio), la participación de un grupo de acróbatas y varios coches Seat 600, que fueron los elegidos para transportar los regalos durante el desfile.

Niños y mayores esperaban ansiosos la salida de la cabalgata, algunos desde bien temprano. "Llegamos a las 14.30 a Gijón. Estamos nerviosos", decía Soco Navia, que venía con toda la familia desde Langreo, con roscón incluido. "Lo traigo para dárselo a mi cuñado, que está muy malito", reconocía. Otros aguantaban la espera sentados en sillas y con mantas, como Carolina Díaz y Deva González, que venían desde Nuevo Roces. "Aquí se está genial", decían. Y es que el frío fue uno de los grandes protagonistas de la noche, que muchos remediaron con gorros y bufandas, muchas de ellas del Spórting.

Nervios y emoción que se contagiaban de pequeños a adultos, y que algunos vivían especialmente con ilusión. "Llevamos esperando este momento desde septiembre", explicaba Jennifer Martínez, una de las personas que ayer acompañaban a doce usuarios de la residencia ASPACE "Emilio Meneses" de Cabueñes, todos ellos habituales en la cabalgata gijonesa. "Siempre venimos, hay que darles a los Reyes las cartas, yo este año pido un reloj de pulsera", afirmaba Fede, uno de los residentes. Otros no se mostraban tan convencidos. "Yo este año no sé que me trairán. No suspendí de milagro y no quise escribir carta", decía Adrián Moirón, de 10 años, que vive en el barrio de El Llano.

Muchos niños venían desde más lejos, como Celia y Pelayo Girón, que son de Pola Laviana. "Yo este año pido un carrito de helado y el centro comercial de Pin y Pon", explicaba Celia, que tiene 4 años. Su hermano Pelayo pidió una nintendo: "Este año he sido muy bueno y estoy seguro de que me van a traer todo. Además, les he dejado a los camellos leche y unas galletas de manteca de cerdo que hicimos nosotros".

Carolina Díaz y Deva González también se portaron muy bien en 2018, y por eso escribieron una larga misiva a Sus Majestades. "Yo he escrito que quiero un carricoche, un bebé niño y un patinete", explicaba Carolina. Deva , por su parte, le pedía a Baltasar, su rey favorito, "la casa de la barbie y un juego de mesa". Alba Moirón, de 9 años, era más sofisticada, y pedía a los Reyes "una cámara de fotos".

Los ánimos empezaron a caldearse con la salida de los pastores y la Banda de Música de Gijón, que tocó los primeros acordes de la comitiva, que salió puntual, a las 18.30 horas. Después llegaron los patinadores y los acróbatas, una de las novedades de este año, que dejaron a más de uno boquiabierto. Serpentinas, confetti y 'spray' volaban de un lado a otro de la calle, donde los niños se preparaban para la llegada de los magos de Oriente.

Tras los acróbatas, los ejércitos venidos de Oriente y Occidente: romanos, egipcios, marroquíes e hindúes desfilaron por las calles gijonesas y prepararon a los asistentes para la llegada de los regalos, uno de los momentos más esperados. "Lo que más me gusta es cuando llegan los regalos", explicaba Pedro Ochovo, de 4 años. Este año los presentes llegaron encima de varios Seat 600, otra de las novedades de la cabalgata.

Y llegó el turno de Sus Majestades, que este año, a diferencia de otras navidades, aparecieron prácticamente seguidas y al final del desfile, acompañadas de un numeroso séquito que repartió caramelos entre los presentes.

Melchor fue el primero en salir ante un público entregado. "¡Melchor te quiero!", coreaba un grupo de niños, que no tenía reparos en reconocer que el mago de la barba blanca es "su favorito". "Melchor me encanta, porque me tocó ser él en la obra de teatro de mi cole", afirmaba Cayetano Miranda, de 9 años. Algunos afortunados pudieron acercarse a besar al Rey Mago, y no dudaron en hacerle entrega de su carta. "Yo es que con Melchor tengo de siempre mucho favoritismo", señalaba Alba Moirón, de 9 años.

Después fue el turno de Gaspar, que llegó precedido de gaitas y timbales, y que también repartió besos y cariño entre los niños que quisieron acercarse. "¡Este es el mío!¡Es mi rey!", gritaba una de las asistentes, que se sacaba un "selfie" con Gaspar.

Por último llegó Baltasar, otro de los reyes más querido entre los niños. "Mi favorito es Baltasar. Voy a dejarle un dibujo que hice de una sirena", afirmaba Iker Rodríguez, de 5 años. El mago pudo reponer fuerzas a mitad de camino, cuando Valentín Marrón, de una sidrería de la calle Menéndez Pelayo, le ofreció un culín de sidra y se lo subió a la carroza. "Es una tradición, lo hacemos siempre", reconoce el hostelero.

La comitiva terminó según lo previsto, a las 21.00 horas, en los Jardines de la Reina, después de casi tres horas de recorrido.