El 11 de enero de 1986 era sábado. Un sábado para la historia de Gijón. El "Castillo de Salas", granelero con bandera de España y capitán de Avilés, embarrancaba ante el Cerro de Santa Catalina con 99.072 toneladas de carbón siderúrgico destinado a Ensidesa. El "Castillo de Salas" podría ser el protagonista de una más de las historias del pasado de la ciudad pero, al contrario, al cumplirse 33 años del suceso sigue más presente que nunca. Muchos gijoneses que ni siquiera habían nacido entonces recuerdan el "Castillo de Salas" cada vez que la playa de San Lorenzo se tiñe de negro.

De hecho, todos los expertos movilizados para intentar averiguar el origen de esas manchas negras lo tienen muy presente. Una parte apuntan claramente al hablar de la situación de la playa a un carbón sedimentado, estratificado y almacenado en diversas capas de arena proveniente del barco. Una parte de Gijón les da la razón. Otra mira hacia la actividad portuaria de El Musel y desde el Ayuntamiento se busca despejar la duda encargando más estudios.

Los gijoneses siguieron durante días el devenir del "Castillo de Salas" desde el Cerro. El día 15 el barco se partió en dos y de la operación de rescate del granelero se pasó a la lucha por intentar frenar un desastre ecológico sobre la bahía gijonesa recuperando el carbón y el combustible que quedaba en el barco. La cosa no fue bien. El día 24 una marea negra de fuelóleo y carbón llegaba a San Lorenzo. Y la que no lo estaba fue siendo vertida por los operarios de la empresa holandesa contratada para rescatar los restos del barco con el objetivo de aligerar la carga. La agonía se iba prolongando. Las crónicas cuentan que el 23 de febrero la proa y cinco bodegas fueron hundidas en una fosa de 4.500 metros en alta mar. Las operaciones de limpieza de la sección de popa se daban por terminadas en octubre.

Se acabó de mirar al mar y empezó a mirarse a los juzgados para determinar responsabilidades e indemnizaciones. En febrero de 1991 el entonces alcalde, Vicente Álvarez Areces, tomaba la decisión de que el Ayuntamiento se retirase de la acusación particular a cambio de una indemnización de 175 millones de pesetas. Su miedo, confesaba, era perderlo todo si se seguía adelante. El juez Lino Rubio decidía en diciembre de 1992 el sobreseimiento y archivo de la causa.

Aún le quedaba historia que escribir al "Castillo de Salas". En el verano de 2001 surgían manchas de fuelóleo envejecido en el Cerro y la playa de San Lorenzo. Eran de la "zapatilla" del "Castillo de Salas". Fomento dio orden de iniciar las labores de rescate de los restos. El trabajo se dio por terminado el 10 de julio de 2003: dos mil toneladas de chatarra. Francisco Álvarez-Cascos, entonces ministro, ordenó que una parte se cortara en pequeños trozos para hacer metopas. Otro gran trozo acabó en las manos del escultor Joaquín Rubio Camín para hacer una pieza que se instaló en La Providencia.

Un recuerdo artístico de un buque que sigue formando parte del día a día gijonés. Sólo hace falta pasear por la playa de San Lorenzo un día de "marea negra".