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ODILE RODRÍGUEZ DE LA FUENTE | Bióloga y divulgadora

"El medio rural y sus tradiciones son un modo natural de mitigar el cambio climático"

"En el conflicto del lobo, si en algún momento toca un control específico de la especie, habrá que hacerlo, pero no para acallar a vociferadores"

Odile Rodríguez de la Fuente, en una de sus últimas visitas a Asturias. MARA VILLAMUZA

La bióloga e hija del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, invitará a reflexionar, con su ponencia en el congreso Glackma, sobre cómo afrontar la crisis del cambio climático desde una perspectiva positiva. Sostiene que es necesario una nueva forma de relacionarnos con el entorno para encontrar soluciones a la altura del problema que se anuncia como una crisis sin parangón en la historia de la humanidad. A su juicio, es la oportunidad para reinventarse y evolucionar hacia una sociedad más justa, plena e integrada con el planeta tierra.

- ¿Cómo debemos afrontar esta crisis climática?

-El paso esencial es el del conocimiento, saber qué está ocurriendo porque existe un enorme desconocimiento. Hasta ahora habían tenido un peso inusitado los negacionistas cuando el consenso científico sobre el cambio climático es del 97%. Debemos tomar conciencia de que le estamos robando el futuro a nuestros nietos. El panorama es pavoroso y sus consecuencias se harán notar en todos los ámbitos: en la salud, en la economía, en la biodiversidad...

- ¿Cuál es su mensaje para el congreso?

-Debemos realizar todos los esfuerzos necesarios teniendo en cuenta que el ciudadano debe estar dispuesto a apoyar todos los cambios que correspondan. Por la orientación y el plantel de los ponentes del congreso quería plantear una combinación entre la aventura del ser humano en el planeta y la necesidad de ser conscientes de lo que representa estar vivos y explorar nuevas fronteras y nuevos límites, todo ello con el telón de fondo de este momento de punto de inflexión que vivimos en la humanidad. El sistema económico debe reinventarse y debemos realizar un cambio para mejor: el ser humano está abocado a ser más profundo, arraigado y feliz.

- Cómo ciudadanos, ¿qué podemos cambiar para frenar las consecuencias del cambio climático?

-Debemos realizar un consumo más transparente, conocer la huella de carbono de los productos, ver qué fiscalidad se aplica al carbón... Con soluciones más sistemáticas que piensen en el vínculo entre el ser humano y el entorno, también aplicable a la educación, lo haremos entender a la población. Pensemos, por ejemplo, en ciudades sostenibles, con menos ruidos, más espacios verdes, más amigables para el ciudadano pero quienes tienen el poder muy centralizado no les interesan cuestiones como la democratización de la energía. Debemos ser conscientes de que con el sistema actual estamos incentivando la destrucción de nuestro futuro.

- Usted defiende que hay que proteger el medio rural para preservar espacios emblemáticos, ¿aún es posible?

-Dentro de los cambios que deben tener lugar uno de ellos es el de la resiliencia y la fuerza. Los núcleos rurales son absolutamente fundamentales y son como las células del cuerpo humano, deben de ser autosuficientes y resilientes. Al final, son los que toman la temperatura de lo que está ocurriendo con el medio natural. Nos proveen de todo y ahora también tendemos a introducir la industrialización de la producción allí cuando eso contribuye igualmente al cambio climático. Como nos carguemos el entorno rural se van a perder muchas cosas. Los núcleos rurales y sus tradiciones representan una forma natural de mitigación del cambio climático, son sumideros naturales de CO2.

- En el medio rural, ¿se ha creado un conflicto artificial con el lobo?

-El del lobo es síntoma de un sociedad profundamente enferma donde hay muchísimos conflictos de intereses y confusión con el tema. Se habrá superado el conflicto cuando los ganaderos sean realmente valorados como custodios del territorio y sean justamente pagados no solo por facilitar el desarrollo de alimentos de calidad o razas autóctonas sino por la conservación de los pastos que son también sumideros de dióxido de carbono. El de la ganadería es un sector muy poco valorado; desde el ámbito urbano los hacen culpables del conflicto del lobo y, en ocasiones, la solución pasa por un control específico de la especie pero no para acallar a vociferadores sino comprobando con datos que se debe hacer así. Es fundamental que tanto los ecologistas como desde el ámbito urbano se pongan del lado de los ganaderos.

- ¿Qué queda del legado de su padre, Félix Rodríguez de la Fuente?

-Muchas cosas. La conciencia ecológica y el amor por la naturaleza que son fruto que todas las semillas que él plantó. Sectores radicales realizaron una interpretación errónea de sus ideas que no tiene nada que ver con eso. Él colocaba al hombre y la tierra en el mismo nivel; el ser humano no era para él un enemigo del medio natural. El suyo fue un mensaje integrador y conciliador.

- ¿Existe ahora una mayor inquietud por poner a la naturaleza en el centro de todo?

-Desde el ámbito político y económico se están dando cuenta de que genera mayor coste afrontar los desastres del cambio climático que tomar la iniciativa para frenar sus consecuencias, aunque solo sea por eso se verán forzados a aplicar soluciones. Ahí la ciudadanía también tienen un papel fundamental, y no es una labor cosmética. El cambio climático es un problema sistémico y la sociedad en su conjunto debe actuar. También desde el ámbito educativo se debe trabajar para enfocar el conflicto desde la libertad y con espíritu crítico.

- ¿En qué situación está la Fundación Rodríguez de la Fuente?

-Actualmente está congelada toda su actividad. Me he volcado más en la divulgación, creo que puedo hacer más que desde una entidad donde los proyectos son más complejos y costosos. Hace falta mayor conciencia en cuestiones ambientales y debemos brindar la oportunidad a la gente de que sean conscientes de que hay que actuar ya.

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