Los alumnos del Colegio Noega han estado inmersos estos días en la celebración de su primera Semana de la Ciencia, y ayer los alumnos de quinto y sexto curso protagonizaron una exitosa feria de los inventos y los experimentos que contó con la visita del resto de escolares y de los familiares que quisieron acercarse al evento.
Los niños tiraron de imaginación y, como señalaba la jefa de estudios, Ana Alonso, "hay un poco de todo, es sorprendente cómo se implican y buscan cosas originales". Así, en la feria había stands dedicados a los circuitos eléctricos, como el que montó Maya Patratiu "con la ayuda de mi padre", confesaba ante una elaborada reproducción del aeropuerto de Asturias iluminado, o una completa demostración de cómo con un poco de maicena y agua se podría elaborar "un chaleco antibalas con un fluido que se pone rígido cuando algo impacta contra él", como explicaba Javier Calabozo en su puesto dedicado a los fluidos no Newtonianos.
Paolo Gómez se decantó por una compleja instalación de levitación magnética elaborada con "los imanes de unos altavoces", indicaba el estudiante, que aspira a ser informático porque "las ciencias se me dan bien". Juan Fernández, por su parte, se dedicó a las lámparas de lava elaboradas con agua, aceite, colorante y pastillas efervescentes, mientras que Sergio Acevedo generó la curiosidad de muchos compañeros con su experimento sobre las frecuencias y vibraciones, gracias a un arco de violín y a un puñado de harina de maíz.
La experiencia fue "buenísima para todos", sobre todo para padres orgullosos de sus retoños como Luis Miguel Fernández. Su hijo, Lucas Fernández, presentaba un freno de emergencias para ascensores. "No sé de dónde sacó la idea", afirmaba el padre. De lo que sí estaba seguro es de que "es muy prestoso ver todo lo que hacen, hay mucho nivel".
