La clase de arte es el momento favorito del día para los chicos del Centro de Apoyo a la Integración del Naranco, en Oviedo. Su responsable, Mercedes Rodríguez Arias, quiso saltarse las normas y brindarle a sus alumnos, que padecen diferentes discapacidades psíquicas, con una hora de libertad y espontaneidad, en el que, a través de la escucha de música clásica, expresaran en un lienzo sus estados de ánimo. "Es muy terapéutico. Cada pincelada que dan es un trazo de su personalidad", explica la educadora, que recuerda como uno de los chavales, que sólo garabateaba utilizando el color negro, "lo hacía porque estaba enfadado y había discutido ese día con su padre".

Rodríguez comenzó con diez alumnos, pero el éxito de las clases la obligaron a doblar horas. "Les hace muy felices, bailan, se ríen, incluso les ayuda a relacionarse, como es el caso de un chico autista que antes no hablaba y ahora se lleva muy bien con el resto", explica. "Además, ha sacado a relucir su capacidad expresiva con el pincel: en cada trazo hay una armonía perfecta con la música que escuchan", añade.

Este original proyecto llamó la atención hace un par de años de la Orquesta Sinfónica del Principado, que decidió iniciar una serie de colaboraciones desde su programa social. Desde entonces los chicos han ofrecido exhibiciones con música en directo y grabada en colegios e instituciones, como el Museo de Bellas Artes de Asturias, en el que rindieron tributo al artista expresionista Pollock. También hicieron una muestra en la plaza de Trascorrales de Oviedo, en la que colaboró un cuarteto de la OSPA.

"La actividad tiene un componente relacional esencial. Los chavales han interaccionado con públicos muy distintos, creándose colaboraciones artísticas preciosas, como con niños, que suben al escenario a pintar un cuadro con ellos", señala. La próxima tendrá lugar el domingo en la Universidad Laboral (19.30 horas), en la que los chavales participaran en un concierto de clarinetistas de varias escuelas de la región.

Los chicos pintarán dos cuadros en directo durante la escucha de las obras "Klezmer Suite" de Alexis Ciesla, y "Brook Green Suite" de Gustav Holst. Lo harán de forma conjunta, repartiéndose el tiempo que dura cada pieza para ir transformando uno a uno un gran lienzo que se colocará en el escenario. "La actividad también implica trabajar la comunicación, por lo que, antes de ponerse manos a la obra, los chicos se presentarán al público y explicarán qué sienten cuando pintan", explica su profesora.

El recital "Danza infinita" entra dentro de un proyecto de innovación educativa nacido en 2015 en el seno del Conservatorio Profesional y Superior de Oviedo. Este domingo reunirá a 123 clarinetistas, 5 percusionistas y 22 profesores de estos centros y del Conservatorio de Gijón y la Escuela de Música Municipal de Oviedo bajo la dirección de Alberto Veintimilla Bonet. Su objetivo es fomentar la convivencia entre intérpretes de diferentes edades y niveles musicales con personas con capacidades especiales.