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Las Tertulias de Fomento

Las entidades sociales alertan de nuevas bolsas de pobreza en familias con niños y extranjeros

"Hay un asistencialismo excesivo", claman Mar de Niebla, Siloé y el Albergue, "agotados" por la "falta de valentía de las administraciones"

Por la izquierda, Cristina Avella, José Antonio García Santaclara y Héctor Colunga. JUAN PLAZA

Ni la situación para quienes menos tienen ha mejorado, ni se ha superado la crisis, ni el futuro mucho mejor. Los responsables de tres de las entidades sociales con más raigambre en Gijón advierten de un momento "muy complicado" en el que se están dando cambios de perfil en los usuarios de las ayudas que ellos prestan, así como nuevas bolsas de pobreza y una tendencia a la perpetuación de las que existen. Por eso Cristina Avella, responsable del Albergue Covadonga; José Antonio García Santaclara "Santa", de Siloé y Héctor Colunga, de Mar de Niebla, llaman a una reflexión colectiva, a un liderazgo efectivo de las administraciones y a un cambio de mentalidad en aras de una mayor humanidad para vencer los grandes problemas pendientes. El acceso a una vivienda digna y la convivencia son retos clave de futuro.

¿Qué balance se puede hacer de los últimos años? Héctor Colunga lo resume en una sensación. "Agotamiento". Porque, como señala el responsable de Mar de Niebla, "es desalentador sentir que chapoteamos en un océano gigante que va atrapando a cada vez más gente, o que la va hundiendo más, y es difícil tirar de ella hacia arriba porque en muchas ocasiones no hay nuevas maneras de intentar ayudar y promocionar a la gente; en primer lugar para que no caigan en ese océano, y después para que los que están dentro no sigan hundiéndose. En ese sentido es frustrante porque somos muchos los que intentamos trabajar en este sentido, vemos que hay recursos, pero sentimos que falta cierta valentía, sobre todo por parte de las administraciones, para pensar un poco y hacer las cosas de otra manera. Es como estar poniendo tiritas a heridas de pecho abierto", asegura. Agravado todo ello por que "siempre hemos tenido una sociedad que miraba hacia otro lado ante la desigualdad" si bien en los últimos años se ha dado una democratización del riesgo por la que muchas familias que nunca se hubieran imaginado verse en una situación compleja se han visto abocadas a contextos muy difíciles. Y "la realidad de quienes han perdido la vivienda, relaciones, esperanzas, es muy difícil de reconstruir", asevera Colunga. Cristina Avella, por su parte, incide en que la situación "no mejora. El Albergue está lleno ahora mismo y el pasado sábado sin ir más lejos tuvimos que decir a 15 personas que no había plaza, y eso es algo insólito, que no había pasado en los últimos años". Además los perfiles van cambiando, y "hay cada vez más familias con menores, personas que nunca fueron beneficiarias de los Servicios Sociales y que están empezando a serlo". Cuando la gente llega al Albergue "es que la situación hace aguas por todas partes, y eso pasa cada vez más", recuerda Avella, quien detecta "un cambio de perfil, aparte de las familias con menores cada vez tenemos más perfiles de extranjeros, algo que no nos preocupa porque el recurso es para todas las personas sin hogar". Pero sí que alarma el hecho de que "hay nuevas bolsas de pobreza, llegan nuevos perfiles de personas de otros países jóvenes, que no tienen ningún arraigo familiar y sí muchísimas dificultades para encontrar empleo porque no tienen papeles que se lo permitan y es una situación muy grave". El análisis que hace el Albergue es el de que los recursos específicos para extranjeros se están saturando, y "estas personas llegan a nosotros cuando deberían estar en otros recursos". Casi cada día han estado llegando al Albergue en los últimos tiempos familias de Venezuela y Ucrania". García Santaclara va más allá en el análisis de la situación y se pregunta "qué es lo que pasa cuando estamos atendiendo a las mismas personas de hace 20 años, de qué manera hemos trabajado para que la gente se perpetúe en esas situaciones. Veo cómo la gente va 15 años seguidos a nuestros recursos y no hemos sido capaces de sacarlos de ahí, deberíamos preguntarnos qué pasa con las políticas sociales de las administraciones, con el modelo que tenemos de trabajo en las organizaciones". Porque, recuerda "Santa", hubo una época en la que éramos muy creativos, alternativos, pero ha habido una involución hacia un asistencialismo excesivo", advierte, antes de reconocer que "es más fácil ser asistencialista que hacer promoción y esforzarnos por la gente a otros niveles. ¿Aportamos cultura para que la gente desde la formación pueda hacer algo para salir e integrarse en la sociedad? La falta de trabajo y de vivienda, incluso la situación política, lo ponen complicado, porque los partidos políticos no están centrados en trabajar bien las políticas sociales", denuncia.

¿Cómo mejorar? Para Santaclara, las organizaciones sin ánimo de lucro "deberíamos ser capaces de unirnos de verdad y hacer un análisis a fondo de cómo tendríamos que introducir algunos cambios en nuestra manera de trabajar, y no dedicarnos tanto a las emergencias, aunque también las hay que atender. Esperarlo todo de las administraciones no nos lleva a ningún sitio", advierte. Porque "yo nunca he visto caer pobres del cielo; los pobres los crea el sistema y luego queremos remediarlo con parches. Tendríamos que hablar de las personas pobres y de la riqueza; si hay gente que no tiene lo que tendría que tener es porque hay mucha riqueza en manos de cuatro y una distribución nefasta de la misma. Igual tenemos que atender más no tanto a la pobreza, y más al capital salvaje, y empezar a trabajar de otra manera. Si no, no veo muchas posibilidades". Héctor Colunga pone el acento en "la criminalización de las personas que se da en el sistema y que está totalmente alejado de lo que sería un enfoque desde el reconocimiento de los derechos, desde unas líneas rojas que deberían ser infranqueables". Mar de Niebla denuncia la creencia extendida de que "me van a engañar". "Cuando una persona se enfrenta a un proceso de tramitación de un salario social, en muchas ocasiones tienen que demostrar mucho más de lo que es necesario demostrar en esta ciudad para llevar a cabo otro tipo de actividades. Para montar una empresa en Gijón haces una declaración responsable y ya dan por hecho que lo vas a hacer bien; existe una presunción de buena voluntad absoluta. Cuando hablamos de personas que tienen que acceder a recursos materiales para comer y vivir se da el caso completamente contrario: se enfrentan a un laberinto inmenso. Y no olvidemos que se trata de personas que en muchas ocasiones no saben leer ni escribir, que están en situaciones de calle o de adicción, que no están ahí porque hayan caído del cielo", subraya Colunga para llamar la atención sobre el hecho de que "nadie nace en esa situación, sino que acaba en ella por la sociedad que tenemos y por la falta de mecanismos para evitarlo". Por eso es necesario acabar, insiste, con "una imagen pública de picaresca, de gente que se está aprovechando, de vividores... Seamos claros: una familia con 500 euros no es una vividora, está sobreviviendo como buenamente puede", lamenta. "Todos somos responsables de la situación en la que vive nuestro contexto, y creo que hay una falta de visión y de sueño, de soñar con un modelo de sociedad, de definir cómo queremos que sea socialmente la ciudad de Gijón", reconoce Colunga, que también se hace cargo de que "a las asociaciones nos ha faltado proactividad para ir por delante denunciando y sobre todo proponiendo. Nosotros vemos una cara de la realidad que la sociedad muchas veces no ve, y que incluso intenta meter debajo de la alfombra, y nuestra responsabilidad es la de poner sobre la mesa esas realidades, proponer nuevos modelos y luchar por ellos". "Santa" no duda en reclamar un nuevo modelo de "humanidad". "Me asombran cosas como que los comerciantes se quejan de que dejan de ganar si se elimina la tarjeta del salario social; no se acuerdan de que hay gente con necesidad hasta que les faltan los vales con los que compran en su comercio. Las personas no nos importan lo que debería importarnos, hay que trabajar mucho en que la persona de por sí es lo importante. Habría que recuperar el valor que tienen las personas, no nos damos cuenta de que estamos en manos de cuatro codiciosos, manipuladores y mentirosos", critica abiertamente. Y para eso "necesitamos un trabajo en red, coordinación con entidades y administraciones para trabajar de forma conjunta. Tenemos que potenciar la red de inclusión activa del Ayuntamiento y que estas reflexiones se hagan a ese nivel, porque tenemos una estructura organizativa buenísima, pero se puede dinamizar sumando experiencias y posibles soluciones", propone Cristina Avella. Desde su trabajo en el Albergue lo tiene claro: "Es fundamental que se deje de criminalizar a estas personas: una reyerta una vez al año entre nuestros usuarios es noticia de portada y es profundamente injusto. Hay personas que están luchando para salir adelante y noticias como estas afectan muy negativamente", reclama. "Hay que echar una mano en lugar de estigmatizar a esta población, debemos ser más cuidadosos con el lenguaje y no fomentar falsedades", recalca.

¿Hay problemas de convivencia? "Santa" retoma la polémica suscitada en El Coto con los usuarios del centro "Milsoles", con el rechazo abierto de una parte de los vecinos. "Se ha hecho un trabajo excepcional con los vecinos, pero eso no se ha contado, ese impacto positivo de juntar a todas las partes para llegar a un acuerdo y poner en valor este recurso", apunta. Pero paralelamente Santaclara no quiere dejar pasar la oportunidad de recordar que "quitar los bancos de aquella zona para que estos chavales no se sentaran en el parque fue una humillación gordísima que me dolió mucho por los chavales. Llegaron a decirme que los trataban como a cerdos, como a apestados, y la realidad es que así fue. Eso no se hace. Y si ahora se van a volver a poner los bancos, que sean para todos. Hay que educar mucho, hay que sensibilizar en el respeto a la gente", clama "Santa". Héctor Colunga es más directo al considerar que "realmente no somos capaces de convivir, hay una falta de principios de convivencia básicos, y hay mucha gente que tiene miedo a lo que desconoce y a lo que no toca. Y cuando se rompen las barreras de la diferencia y la diversidad, se acaba venciendo, pero no interesa porque lo fácil es tener un recurso, proveer un servicio y ya está, pero una sociedad no se construye en base a eso, sino a vivir en diversidad" advierte. Para ello habría que "dar visibilidad a nuestros usuarios para que no sean unos parias en el barrio: los pobres molestan hasta que les pones cara, hasta que le toca a alguien cercano. Y a la gente no le interesa conocer la cara del que lo está pasando mal, para no sentirse implicado", conviene Avella.

¿Cuál es el principal problema a que se enfrentan las personas sin recursos? Las tres entidades coinciden en señalar que "hay un problema muy grande de vivienda, la gente que está cobrando salario social es incapaz de poder alquilar una vivienda y eso está llevando a un retroceso hacia la estigmatización de las personas enorme, se ha dado un paso atrás enorme y se nota". Hay muchas personas con pocos recursos que quieren salir adelante pero se están viendo obligados a alquilar habitaciones con un precio desorbitado en infraviviendas, "y esto se está permitiendo en esta ciudad", denuncia Mar de Niebla. Héctor Colunga también lamenta que se haya puesto en marcha "una competición a codazos entre la gente que vive contextos de necesidad", toda vez que "no se puede sacar una ayuda social en la que vengas a decir que tonto el último, y que se monten unas colas tremendas en los centros municipales; la gente es mucho más civilizada de lo que muchos se imaginan, pero si uno tiene una situación familiar compleja por la que no llega a final de mes y sabe que hay una ayuda que se lo va a permitir, van con el machete en la boca para llegar los primeros", reflexiona. Y "eso no puede ser, las entidades siempre estamos reflexionando sobre cómo no generar esos modelos, pero llega la administración y hace justo lo contrario a lo que queremos evitar".

¿Qué piden a las administraciones? "Cada vez menos", resume Santaclara, quien aboga por que las organizaciones "empecemos a hacer un trabajo en la sociedad de educación; tenemos que repensar de vez en cuando el modelo de trabajo. Sentarnos a hablar seriamente para compartir problemas y soluciones". La Red municipal de Inclusión Activa "funciona para coordinar recursos, y para eso ya está la administración. Deberíamos tener un poco de mirada estratégica: si hay movimientos sociales con tanto peso y trayectoria, si hay una Fundación de Servicios Sociales que ya quisieran muchas ciudades, y un presupuesto como el que tiene, vamos a hacer evaluación de lo que se podría hacer en los próximos años desde la innovación y la creatividad", propone Colunga, quien tiene en mente la necesidad de hacer "más prevención y promoción; nadie invierte el tiempo y el esfuerzo necesario para realmente tener una estrategia. El sistema es el que debe adaptarse a las personas, y estamos perdiendo la oportunidad de hacer las cosas mejor. Si no somos parte de la solución, somos parte del problema" afirma.

¿Cómo ven el futuro? La lucha de las entidades, sobre todo en época preelectoral, es la de "conseguir que haya cosas que no pueden estar en tela de juicio dependiendo de quién gobierne. Porque al final, detrás de todo esto hay vidas, y no se puede jugar con ello", clama Mar de Niebla. Las entidades "necesitamos un entorno de colaboración para poder cambiar las cosas, porque hay una falta de liderazgo total en las administraciones", coinciden Avella y Santaclara, porque "la persona está por encima de la ley" y porque "hay una falta de rigor en información y en datos. Las ayudas en vivienda en Asturias para personas de otros países sólo suponen el 19 por ciento, y el imaginario colectivo es el de que los extranjeros se lo llevan todo", advierten antes de reclamar "un proceso de humanización para lograr la convivencia y la dignificación de las personas". Y para ello ven primordial abordar la cuestión de la vivienda, "que es sangrante, y aún no nos hemos sentado a pensar cómo afrontar una realidad como esta. Conseguir vivienda es una quimera", subraya "Santa". Y eso cuando "la vivienda es el primer peldaño para ir mejorando el resto de las cosas".

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