La importante y numerosa obra que Sebastián Miranda (Oviedo, 1885-Madrid, 1975) dejó en su taller, tras su fallecimiento, ha sido recientemente depositada en el Museo Casa Natal Jovellanos y todo indica que pasará a formar parte de los fondos permanentes de esta instalación. Es, al menos, la intención que expresó ayer la heredera del escultor asturiano, autor de una pieza maestra como es el "Retablo del mar". "Espero que quede aquí para siempre", afirmó Virginia Rebollar en la inauguración de "De la idea a la materia. En el taller de Sebastián Miranda", exposición que reúne una selección de ese notable legado y que estará abierta hasta el próximo 22 de septiembre.

No es aún una decisión firme de Virginia Rebollar, que no ocultó ayer cierta sorpresa por las limitaciones de espacio del Museo Casa Natal Jovellanos. Un viejo problema cultural gijonés que sigue sin resolverse, a la espera de una nueva Corporación. La concejala de Cultura, Monserrat López, que participó en la apertura de la muestra se refirió bienhumorada a las posibilidades museísticas que ofrece el antiguo edificio de Tabacalera, también en Cimavilla y pendiente aún de las obras de consolidación.

"Lo que quería para estas obras de Sebastián Miranda era algo así", indicó Virginia Rebollar, hija de Luisa la Sariega, la persona que atendió al artista hasta su muerte, en 1975, incluido el breve exilio del escultor en Francia como consecuencia de la Guerra Civil. Este legado, que la depositaria conservó durante más de cuarenta años y cuatro mudanzas de domicilio, es cuantitativamente importante y cualitativamente interesante. Detalló su contenido la directora de los museos artísticos de Gijón, Lucía Peláez: 1.900 dibujos, 900 cuadernos de artista y 80 esculturas en escayola, arcilla y bronce.

Una colección que permite reconstruir y detallar el proceso creativo de Sebastián Miranda. El asturiano fue uno de los escultores importantes de la primera mitad del siglo XX y, debido a su afabilidad y dotes para la conversación, se convirtió en una figura destacada del mundo cultural e intelectual madrileño. Fue amigo de toreros como Juan Belmonte o El Gallo, pero también de escritores como Pío Baroja, Valle-Inclán o su paisano Ramón Pérez de Ayala. También del maestro de periodistas que fue Julio Camba. El escultor, que era hijo del empresario taurino del antiguo coso ovetense (de ahí su afición a la lidia y a viajar a Pamplona cada año en San Fermín, en su cumpleaños), cultivó también con gran éxito el género memorialístico con su serie "La vuelta al mundo de un octogenario".

El Museo Casa Natal Jovellanos conserva el excelente "Retablo del mar", extraordinaria galería del vecindario de Cimavilla en los años treinta del pasado siglo. También en Oviedo hay obra de Sebastián Miranda, escultor figurativo cuya obra quedó un poco oscurecida a partir de los años cincuenta por la irrupción de un arte más vanguardista. Este depósito permite consolidar en Gijón un núcleo de piezas que es relevante para el disfrute y estudio de la obra del artista.

Saturnino Noval, conservador del Museo Casa Natal Jovellanos, detalló algunas de las características del trabajo del escultor: piezas de pequeño tamaño en las que esculpía maternidades, toreros, gitanas y a sus amigos intelectuales. Por ejemplo, destaca en esta exposición una serie dedicada al gran torero Juan Belmonte, el "Pasmo de Triana", biografiado por Chaves Nogales: bocetos, dibujos, el busto en escayola... "Detrás de cada pieza hay una historia", señaló el especialista. Muy interesante, asimismo, la pequeña escultura de Pío Baroja.

Virginia Rebollar, ahijada de Zuloaga, conserva una carta de Belmonte a Sebastián Miranda remitida poco antes del suicidio del diestro. Recordó ayer cómo el torero la convidaba a tortitas y batidos en la Gran Vía madrileña. Una memoria de España.