El deseo de los feligreses de la basílica del Sagrado Corazón de Gijón, conocida popularmente como la Iglesiona, se ha visto cumplido. Desde ayer lunes tanto el sagrario como el crucifijo de Blay, que desde hacía años se encontraban en la parroquia de la Merced de Burgos, reposan de nuevo en su lugar original en el templo gijonés, según ha informado el arzobispado de Oviedo.

"Ayer lunes por la tarde fueron instalados en sus lugares primitivos el sagrario y el crucifijo de la basílica del Sagrado Corazón que se encontraban en la parroquia de la Merced de Burgos desde que los jesuitas cedieran el templo a la diócesis de Oviedo, en el año 1998", explican desde el arzobispado.

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, que destaca "la buena disposición del provincial de los jesuitas, Antonio España".

El sagrario data de los años veinte del pasado siglo, "y fue confeccionado gracias a la piedad y la generosidad de los feligreses de la ciudad". "Una pieza, además, creada específicamente para el templo, pues reproduce parte de la fachada del mismo", explican. El Cristo, por su parte, es obra del escultor Miguel Blay, de la misma época que el sagrario.