Los tres fallecieron en la primera década del siglo en curso y los tres hicieron aportaciones fundamentales a la escultura española de la segunda mitad del siglo XX. El Museo Evaristo Valle tiene previsto inaugurar mañana, a partir de la una de la tarde, la exposición "Presencia-ausencia", un recorrido por la obra de Joaquín Rubio Camín (1929-2007), Christa Beissel (1924-2005) y Amador Rodríguez (1926-2001) a partir de una treintena de piezas que forman parte de los fondos de la citada instalación museística.

La exposición, que se inscribe dentro del ciclo "Presencia-ausencia", pretende "mostrar, recordar y poner en valor" las obras de estos relevantes artistas, según los responsables de un museo con una importante colección de escultura. Basta un recorrido por los jardines del Evaristo Valle, donde se muestran al aire libre varias piezas, para apreciar la importancia de estos fondos.

En este caso son, también, tres artistas que han tenido una importante vinculación con el Evaristo Valle y con Asturias. Rubio Camín nació en Gijón y se avecindó en Villaviciosa en 1976, después de una larga incursión madrileña que le empezó a situar como uno de los nombres importantes de la escultura española del último medio siglo. Alguno estudiosos han subrayado, en ocasiones, que si el artista hubiese nacido en el País Vasco, donde la potente escuela vasca tuvo una merecida proyección internacional, la obra de Rubio Camín se pondría en línea de importancia con las de Oteiza y Chillida. Fue Premio Nacional de Pintura y Escultura. Destacó por sus investigaciones sobre el angular, la abstracción y el constructivismo.

Rubio Camín llegó a representar a España en la prestigiosa Bienal de Venecia. También Amador Rodríguez, nacido en Ceuta y vinculado desde niño con Cangas del Narcea y el Principado. Está considerado como uno de los máximos representantes de la abstracción geométrica española. Los estudiosos han subrayado el aprovechamiento por parte de este artista de algunas de las preocupaciones de Oteiza, como el vaciado de los cuerpos geométricos. Figuras como el cubo, la esfera o el cilindro están en el centro de una obra que aúna rigor y lirismo.

Aunque nacida en Alemania, Christa Beissel puede considerarse a todos los efectos como una artista asturiana: decidió instalarse en Gijón en 1955, después de recibir una sólida formación académica en Baviera. Abierta a distintas disciplinas, mostró su talento para impregnar su obra de sus constantes preocupaciones humanistas. Por edad, era la mayor de estos tres artistas (le llevaba dos años a Amador y cuatro a Rubio) y grandes amigos.