Los grandes predicadores, los maestros de la escolástica, los parlamentarios de las Cortes de Cádiz, Castelar al frente de la I República o el gijonés Melquíades Álvarez, al que llamaban "el pico de oro" por la expresiva contundencia de sus brillantes argumentaciones... No escasean los ejemplos españoles de oradores brillantes. El presidente Azaña, ya en la II República, forma también parte de esa galería ilustre. El arte de hablar con elocuencia suele tener sus mejores momentos en los períodos democráticos, cuando es necesario persuadir al adversario con argumentos. Y aunque también pueden florecer los buenos oradores en las dictaduras, la falta de libertad de expresión que las apuntala anula la posibilidad del debate justo. Estados Unidos o Inglaterra, casos de democracias maduras, han acostumbrado a sus estudiantes a hablar en público y a la controversia como juego dialéctico.

España ha empezado a tomarle gusto a los debates políticos. Es un buen signo. Las pasadas elecciones generales del 28-A demostraron que los votantes quieren ver a sus líderes confrontando opiniones y programas. Cualquier empresa puede pedirte hoy, si optas a un empleo, que expliques de palabra tu currículum. Todo emprendedor necesitará en algún momento verbalizar las bondades de su proyecto empresarial. De ahí la importancia de actividades como la Liga de Debate Escolar Municipal, que alcanza este año su segunda edición. La Antigua Escuela de Comercio acogió ayer una competida semifinal en la que quedó apeado el IES Fernández Vallín. La final se celebrará el próximo día 15 en el teatro Jovellanos con cuatro contendientes: los IES del Piles, Montevil, Roces y Calderón de la Barca.

David Vega, coordinador de la asociación "Habla Gijón", condujo ayer con estilo sobrio y grato el debate. El Ayuntamiento apoya esta liga a través de departamentos como la Oficina de Juventud y otros departamentos municipales. Hasta se vio en la sala de la palestra al concejal Aurelio Martín, portavoz de IU y candidato a la Alcaldía, atento a las evoluciones oratorias de los estudiantes. Son todos alumnos de primero de Bachillerato, la mayoría con quince o dieciséis años de edad. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, ganó en el 2001 la Liga Nacional de Debate Universitario. Fue en Salamanca y tenía veintiún años. Desde entonces, no ha parado.

El uso del teléfono móvil en las aulas ha sido el asunto elegido para este segundo encuentro gijonés. Un tema bien traído: es polémico y las posiciones a favor y en contra suman voces autorizadas; y, además, levanta pasiones entre los estudiantes al sentirse concernidos por el meollo de la propuesta. Los participantes tienen que tener preparados argumentos en un sentido u otro. A las representantes del Fernández Vallín les tocó ayer, por ejemplo, defender una y otra posición.

El jurado, formado por profesores y periodistas, tuvo trabajo durante las casi dos horas que duró el pulso. El IES del Piles, primer clasificado, sólo aventajó en un punto al de Montevil. Argumentos potentes en contra del uso del móvil en las clases: los gurús de Silicon Valley quieren que sus hijos estudien sin teléfono mediante. "¡Por algo será!", afirmó uno de los portavoces. Y a favor, claro: "Es una excelente herramienta educativa si se le da un buen uso". Varios países europeos aún cortan esta tela.