El estudio de la biología molecular ayudará a descubrir en el futuro nuevos tratamientos contra el cáncer. Así lo defiende el biotecnólogo Raúl Fernández, uno de los ponentes de la primera jornada divulgativa del "Pint of Science" celebrada ayer en el bar Savoy. El joven, experto en el estudio de la llamada epigenética (una disciplina que estudia las modificaciones en la expresión de los genes), resumió ayer al medio centenar de curiosos cómo la ciencia acabará por encontrar mecanismos para que las células "aprendan" a comportarse, hasta cierto punto, como se desee. "Ya existen fármacos que modifican las marcas epigenéticas de ciertos cánceres en la sangre. En el futuro esta modalidad acabará por ser una parte complementaria de los tratamientos tradicionales contra tumores", resumió.

El experto explicó que, a grandes rasgos, el ADN puede entenderse como "un gran libro que incluye todas las instrucciones que permiten a un ser vivo realizar sus funciones". De esta forma todas las células de un cuerpo humano tienen el mismo contenido genético en su núcleo, pero cada "grupo" celular se especializa en "leer" sólo una parte de este libro genético. "Por eso las células neuronales y las de la piel realizan funciones distintas aunque partan del mismo libro. Tienen marcadores que les dicen qué paginas del ADN leer y cuáles no; eso son los marcadores epigenéticos", concretó.

Esta modalidad científica, ahora en plena vía de desarrollo, se encarga de analizar también cómo las alteraciones de estos comportamientos pueden concurrir en el desarrollo de ciertas enfermedades. "La ventaja es que como estos cambios en los marcadores epigenéticos son reversibles, si logramos identificarlos podremos entender cómo funcionan las enfermedades a las que afectan y, a la larga, desarrollar posibles tratamientos que las curen", aseguró.

Fernández adelantó también que desde el Laboratorio de Epigenética del Cáncer de Asturias en el que trabaja ya han lanzado varias líneas de investigación al respecto, entre las que se incluyen el estudio del cáncer de colon, de tiroides y glioblastomas, entre otras. "La idea es que hay enfermedades que se producen por alteraciones que no modifican la secuencia del ADN, sino porque las células se comportan de forma anómala. Lo bueno es que esos cambios sí son reversibles, así que si descubrimos cómo funcionan podremos enseñar a las células a volver a comportarse con normalidad, a leer las páginas del libro que nosotros queramos", resumió.

No considera, sin embargo, que la epigenética pueda sustituir a la medicina convencional, ya que buena parte de los tumores sí que cambian la secuencia del genoma. "Lo que sí suponemos es que el futuro de la medicina será cada vez más personalizada. Cada vez tendremos que saber más sobre el paciente y sobre su genoma, así que identificar esas marcas que alteran el funcionamiento de sus genes será cada vez más sencillo", razonó. Hasta el momento, la ciencia ya ha inventado algunos fármacos que atacan todos estos marcadores epigenéticos y que ya han logrado erradicar ciertos tipos de cáncer.

El estudio epigenético analiza también la relación entre el ambiente y el ADN. Fernández explicó que se ha demostrado que ciertos hábitos dañinos (como una mala dieta o el tabaquismo) producen el surgimiento de nuevos marcados epigenéticos y que algunos pueden también heredarse. Uno de los ejemplos más claros, más allá de la multitud de experimentos en animales y plantas, se produjo en los años 80 en los Países Bajos. Los científicos comprobaron entonces que los hijos de los supervivientes al bloqueo alemán que dejó sin alimentos al país en el 44 tenían más problemas de sobrepeso. "Esos niños, gestados en un momento de hambruna, nacieron programados para acumular más energía, así que comiendo lo mismo engordaban más. Esto supone que podemos heredar estímulos a los que jamás estuvimos expuestos", razonó Fernández.