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Investigadora de la Fundación Matia Instituto y ponente hoy en Cruz Roja

Sara Marsillas: "Los barrios deben ser amigables con la gente mayor, su soledad irá aumentando"

"Es lógico que no quieran ir a residencias y que prefieran quedarse en sus casas, así que potenciar el acompañamiento en el domicilio es vital"

La investigadora Sara Marsillas.

Cada vez hay más personas de edad avanzada que viven solas, en su mayoría, mujeres que se han quedado viudas y carecen de una red de cuidados o familiar cercanos. Sin embargo, a ojos de Sara Marsillas, investigadora del Matia Instituto de Guipúzcoa, la sociedad debe empezar a diferenciar entre estar solo y sentirse solo y considera que es necesario crear proyectos que sepan acompañar a los mayores solitarios pero, a su vez, respeten a aquellos que no desean internarse en residencias y prefieran ayudas puntuales en su propio domicilio. Lo explicará hoy en las jornadas sobre envejecimiento activo que organiza la asamblea gijonesa de Cruz Roja.

-La soledad asociada a la vejez, teniendo en cuenta el perfil demográfico en la región, debería seguir aumentando.

-Sí, pero depende de qué tipo de soledad estemos hablando. Los hogares unipersonales sí que parece que van a seguir aumentando y que afectarán cada vez más a personas mayores de 65, porque es un grupo de población que aumenta. Pero por la tendencia de la esperanza de vida, sin embargo, la soledad tendría que ir reduciéndose.

-El perfil tipo es una anciana que se ha quedado viuda.

-Claro, ese es el caso típico porque la esperanza de vida es algo más larga para las mujeres, pero ahora se está equilibrando un poco más. De todas formas, la soledad, en sí, no es el problema.

-¿Entonces cuál es?

-Lo difícil es cuando esa persona mayor que vive sola tiene problemas de movilidad, económicos, dolores... Cuando no se relaciona con nadie y se distancia de todos, ahí el perfil sí es complicado. Pero eso no pasa en todos los tipos de soledad. Mucha gente mayor quiere y puede estar sola. Yo diferencio tres conceptos: vivir solo, soledad y sentimiento de soledad percibida.

-Vivir solo, estar solo y sentirse solo.

-¡Eso! Por eso muchos investigadores ya hablamos de "soledades", en plural, porque asociar todo un listado de problemas a ese concepto tan complejo nunca se ajusta a la realidad. Es necesario comprender que para muchas personas, mayores o no, vivir solo es algo altamente positivo. Intentar acabar con eso de raíz acaba por alimentar la idea de asociar todo lo relacionado con la vejez con estereotipos siempre negativos.

-¿Y cuál debería ser la línea de actuación?

-La soledad en sí no podemos evitarla. Es como la tristeza, ¿qué medidas vas a aplicar para hacer que nadie esté triste? Lo que no es normal, eso sí, es que no haya salida, que esa soledad negativa sea persistente y esté agravaba por problemas de movilidad y porque con la edad ya no puedes salir sola a la calle, porque tus hijos están fuera y no te pueden cuidar, y todo eso. Hay un conjunto de factores que hacen que este tipo concreto de soledad sea muy difícil de tratar. Debemos aprender a vivir con la nuestra pero sin banalizarla ni quitarle importante. El objetivo, en realidad, no es erradicarla, sino construir una línea de trabajo similar a la que nos aplicamos cuando afrontamos nuestra tristeza o cualquier otro sentimiento no deseado.

-Hay estudios que relacionan la soledad en personas mayores con su deterioro cognitivo.

-Yo también he leído literatura en ese sentido, pero hasta ahora las investigaciones no lo relacionan con la soledad en sí. Obviamente, si te pasas todo el día solo y sin hablar con nadie no está estimulando tu desarrollo cognitivo, pero yo no me siento capacitada para relacionarlo directamente porque la ciencia aún no lo ha hecho. Lo que sí se ha probado es que la soledad disminuye el bienestar de la persona, tenga la edad que tenga. Eso ya es motivo suficiente como para intervenir.

-En los casos de personas mayores, vivir solo también puede complicar tareas cotidianas y tomarse al día la medicación. ¿Habrá que potenciar la atención domiciliaria?

-Sí, el sistema de cuidados sin duda tendrá que cambiar y sí que tendría que orientarse por el acompañamiento de personas mayores en sus casas. Los propios pacientes lo demandan así.

- Las residencias siguen pareciéndoles una opción nada prioritaria.

-Claro, quieren vivir en su casa hasta el final y es totalmente lógico. También es verdad que las residencias ahora ya no son como las de antes, así que este tabú poco a poco se irá eliminando, pero de momento las personas mayores sí parece que prefieren otro tipo de alojamientos y otros tipo de cuidados. Lo ideal, para ellos, es poder estar en su casa o como en su casa. Como nos pasaría a cualquiera que nosotros. El sistema de atención debería profundizar por esa vía.

- Ya hay intervenciones orientadas a eliminar el problema de la soledad sin recurrir a internamientos.

-Sí, ahora empiezan a surgir proyectos que animan a estas personas a salir de sus casas, entablar nuevos lazos de amistad y relaciones. Yo por mi entorno conozco varios ya en marcha en Euskadi y Donostia centrados en este acompañamiento en domicilios del que te hablaba. También hay bastantes proyectos de acompañamiento telefónico, que son muy útiles. Y poco a poco se van haciendo a mayor escala, porque lo ideal es conseguir que existan vecindarios y barrios que sean amigables con la gente mayor y con las demencias. Lo más común es encontrar talleres en los que esta gente pueda participar con otras personas con intereses comunes, como clases de arte, manualidades, música... Al final de lo que se trata es de recuperar la esencia del barrio de siempre, que es algo que estamos perdiendo, y potenciar la convivencia entre todos, porque tarde o temprano nos va a tocar estar en una situación similar y agradeceremos que nuestros vecinos nos ayuden.

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