Tal y como avanzan las nuevas tecnologías, dentro de no mucho un paciente podría llamar a su hospital o centro de salud y hablar directamente con un robot que, a raíz de un listado de síntomas y patologías previamente registradas, pueda hacer un primer cribado de cuál es el problema de salud del usuario. Así lo piensa la docente de la Universitat Oberta de Catalunya Eulalia Hernández, ponente ayer en la jornada de Cruz Roja en Gijón sobre vejez activa.

La investigadora cree que el ejemplo citado no supondría ningún problema para la salud del paciente -un médico también se guía por su propio listado de síntomas y enfermedades para hacer sus diagnósticos-, pero que sí es previsible que los primeros pasos a este nuevo mundo sanitario de la tecnología provoque un cierto rechazo. "Parece que la sociedad todavía no se fía y teme que haya fallos, pero en realidad las nuevas tecnologías son ya hoy una gran herramienta para nuestra salud", defendió.

Lo ideal, según la experta, es que el sistema de salud del país se nutra de "profesionales equipados con tecnología", no que "una cosa acabe por sustituir a la otra". "El debate no debería centrarse tanto en si la máquina va a hacer esta u otra cosa, sino en cómo se va a entrenar a esa máquina y quién", añadió. Con este matiz la docente se refiere a los cada vez más debatidos problemas de seguridad en la nube y que, a la larga, podría desembocar en un tráfico de datos personales de los enfermos. "No hace mucha gracia imaginarse que Google o quien sea vaya a tener acceso a tu historial médico o que sepa que estás yendo a un fisioterapeuta. Eso va a haber que estudiarlo muy bien antes de dar el salto", defendió. Pero el salto, considera, habrá que darlo en algún momento. "Es el paso lógico y ya se hace con las enfermedades raras, por ejemplo. Un profesional no tiene por qué haber visto jamás una patología poco común pero, ahora, puede tener acceso a casos similares que hayan aparecido por el resto del mundo. La tecnología, a la larga, nos vendrá bien a todos", afirmó. La tarea pendiente, sin embargo, es educar a la propia ciudadanía. "Muchos enfermos siguen sin saber que existen dispositivos tecnológicos que podrían utilizar en su día a día para vigilar su salud", apuntó la docente, que descarta que este cambio de modelo afecte a la "humanización" del sistema. "Ya usamos sistemas de vigilancia remota con los niños y hablamos por videoconferencia con nuestra madre. ¿Eso no es humano?", preguntó.