El primer diagnóstico de VIH en el país se produjo hace casi 40 años, pero los fármacos modernos salieron al mercado hace 23. A los que se contagiaron antes de esta fecha se les llamó "supervivientes", porque por entonces la esperanza de vida de los enfermos era muy corta, y ahora empiezan a llamar la atención de los facultativos especializados en geriatría. Según explica la doctora Fátima Brañas, en este tipo de pacientes las enfermedades relacionadas con la vejez empiezan a surgir con unos 15 años de antelación, a partir de los 50, por el impacto que el virus ha provocado en el sistema inmunológico del afectado. La experta es jefa del servicio de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid y participó ayer en una jornada sobre VIH y envejecimiento organizada por médicos de Cruz Roja, el centro de día Calderón de la Barca y Sanatorio Adaro, en la que defendió la necesidad de crear consultas hospitalarias específicas para este tipo de pacientes.

Brañas aclara que la lucha contra el VIH tuvo distintas fases. "La primera era simplemente sobrevivir. Después tuvimos que analizar la alta toxicidad de los primeros fármacos y, ahora, nos estamos centrando más en las enfermedades asociadas a la edad en este tipo concreto de pacientes", resume. Especialistas como Brañas hablan ya de "vejez precoz" al referirse a afectados con VIH, porque los "achaques" propios de la edad y las patologías más comunes que afectan a la mayoría de jubilados se presentan con más de una década de antelación en este colectivo. "Llevamos años hablando de que esto sería un problema en el futuro y ese futuro ya ha llegado. En España más de la mitad de los usuarios que conviven con VIH tienen más de 50 años y alrededor de un 40% tiene más de 65", asegura. Este envejecimiento acelerado, aunque no parece haber afectado a la esperanza media de vida -al menos Brañas afirma que los estudios al respecto todavía no son concluyentes-, sí afecta directamente a la salud del implicado. Al tratarse de un colectivo que lleva años medicándose con antirretrovirales, cualquier prescripción a mayores de nuevos fármacos puede provocar efectos adversos. Un simple omeprazol, de hecho, puede estar contraindicado en ciertos afectados, según la doctora.

Otra particularidad típica de los usuarios con VIH de más de 50 años es la denominada "fragilidad", un concepto utilizado en el ámbito de la geriatría para definir a los pacientes de mayor edad que, pese a no padecer todavía ninguna patología seria, son susceptibles de empeorar rápidamente ante cualquier complicación. Sucede, por ejemplo, cuando un anciano ingresa en el hospital por una caída leve y recibe el alta en silla de ruedas y con un alto nivel de dependencia. "Ahora deberíamos saber identificar también a los usuarios con VIH de más de 50 años que puedan presentar estos niveles de fragilidad. Son un grupo muy vulnerable a sufrir una cascada de eventos negativos si surge cualquier incidente", aclara.

El principal reto, sin embargo, es lograr que el sistema sanitario habilite servicios especializados en este nuevo grupo de pacientes. "La mayoría de hospitales tienen consultas o unidades de VIH, pero en los mayores de 50 años el perfil es muy distinto y necesita la incorporación de geriatras que puedan aportar ayuda especializada", matiza la experta, que lamenta la vigencia del estigma. "Muchos aún no han dicho en su entorno que son portadores del virus porque temen que les echen del trabajo", asevera.