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DAMIÁN BAOS | OPERARIO DE LA PLAZA DE TOROS, QUE SE JUBILA TRAS 35 AÑOS EN EL COSO

El "Chipirón" de El Bibio

La Federación Taurina homenajea a Damián Baos, aficionado a la pesca y al cine, tras 35 años anunciando con la tablilla los datos de los toros

El "Chipirón" de El Bibio

Bonachón, alegre, cariñoso, bromista y divertido son las cualidades más repetidas cuando se habla de Damián Baos, al que todas sus amistades conocen por "Chipirón" dada su afición a la pesca. Este gijonés infatigable, aficionado al baloncesto y al cine, va camino de alcanzar la jubilación, lo que motivó su despedida la pasada feria de Begoña tras 35 años anunciando el nombre y los pesos de los toros con la tablilla. Una labor metódica y entrañable por la que la Federación Taurina del Principado le homenajeará a finales de octubre. La ovación que le tributó El Bibio, con los tendidos puestos en pie, cuando se besó la arena fue una de las más sonoras de este año en el coso taurino.

Damián Baos (Gijón, 1955) heredó la afición por la tauromaquia de su padre, que durante años estuvo colocando carteles anunciando las correspondientes ferias. "Desde que tenía siete u ocho años recuerdo ir con él y entrar a la plaza", afirma. Poco a poco fue acercándose por El Bibio con la oportunidad de meter la cabeza y ver alguna faena. Hasta que en día le llegó la oportunidad de suplir al que habitualmente sacaba la tablilla, de aquella con tiza. "No tenían quien la sacase y estaba yo por allí y me dijeron que si quería salir yo", relata. "Chipirón" no lo dudó. Eso sí, le tuvieron que prestar ropa, pero no era de su talla. De hecho, el calzado era por lo menos cinco números más que el suyo y tuvo que atarse el pantalón con una cuerda. Fue a partir de 1984 cuando comenzó a ser el único responsable de la tablilla en El Bibio.

Asumió con profesionalidad la labor de anunciar el DNI de los toros. Desde por la mañana temprano en la plaza es de los primeros en hacerse con el orden de lidia de cada corrida para ir preparando los carteles. Toro a toro completa los nombres de los seis ejemplares titulares más los dos reseñados como sobreros. Siempre lo deja todo listo ante del mediodía y sin perder oportunidad para bromear con los habituales del apartado en Gijón. Descansa antes de los toros y se enfunda el uniforme preparado para escuchar clarines y timbales.

A su cometido hay que añadir la de pintar las dos rayas concéntricas que delimitan los terrenos en los que debe efectuarse la suerte de varas. Durante años utilizó una carretilla para echar la cal, "la misma que utilizaban para las líneas de fútbol en el campo del Ceares". Fueron muchas las ferias en las que los tendidos aplaudían sus carrerillas y saltos. Luego, cuando se comenzó a pintar las rayas con una regadera, desaparecieron los quiebros de "Chipirón".

Desde el callejón de El Bibio vio, en primera persona, la gravísima cornada que sufrió Antonio Sánchez Puerto -dos trayectorias de 20 y 10 centímetros que afectaron a la femoral- y que le tuvo hora y media en la enfermería en las manos del cirujano Inocencio Hernández. La imagen de la sangre brotando a borbotones de la pierna del torero sigue en su recuerdo. Imborrable. "Fue lo que más me impactó en todos estos años", confiesa. En la parte más amable recuerda cómo Manuel Díaz "El Cordobés" le siguió por el ruedo con la intención de pedirle la carretilla para pintar él mismo las rayas de picas. "Pero yo no me di cuenta, seguí y al final no la cogió", bromea Chipirón.

Feria a feria se fue ganando el cariño de abonados, taurinos y público esporádico de El Bibio. Esta pasada feria, tras anunciar a "Gamberro", de Parladé -el último toro que llevó en la tablilla- sus compañeros areneros dejaron a un lado el rastrillo y comenzaron a aplaudir. Una ovación a la que se fueron sumando todos los presentes. Fue entonces cuando Damián Baos se llevó las manos al corazón y se fundió en un emotivo abrazo con Margarita García, veterana arenera e hija de los antiguos guardeses del coso. Fue ahí cuando ella le regaló un llavero con la silueta de un picador que a día de hoy lleva orgulloso.

Fue en la plaza de El Bibio donde nació el mote de "Chipirón". Llegó por su afición a la pesca, que sigue practicando. Cuentan que se levanta muy temprano, sobre las cuatro de la mañana, para coger sus cañas y ponerse a disfrutar en busca de calamares y chipirones. Una afición que comenzó de chavalín junto a unos amigos y que ahora es lo que más disfruta. A la pesca, además, se suma el deporte de la canasta. Fue un fijo del Gijón Baloncesto, apuntado junto a su mujer a la peña El Sauco, y recorrió media España para ver los partidos del equipo. "Hasta estaba allí muchas veces limpiando con la mopa", recuerda "Chipirón".

Otra de sus grandes pasiones de este extrabajador de Naval Gijón y fontanero ha sido el cine. De hecho, hasta le hubiese encantado ser actor, pero no se dieron las circunstancias. Eso sí, nunca ha perdido oportunidad de meter la cabeza en el séptimo arte. Aunque fuese a título de aficionado. Es por ello que siempre que ve un anuncio en el que se buscan figurantes se apunta el primero. Su debut entre claquetas fue de la mano de José Luis Garci cuando rodó en Asturias "Luz de domingo", en 2007. "Me dejé un bigotón largo a ver si les gustaba y me cogieron a la primera", recuerda. Fue la suya una participación especial como concejal de alcalde del pueblo de Cenciella, en el que se desarrolla la propuesta del oscarizado director. Tras ese periplo, llegó su participación en la serie Doctor Mateo en la que se enfundó el traje que llevaban los pescadores de principio del siglo XX. A esos largometrajes, y el "Fuga de Cerebros", de Fernando González Molina, hay que sumar varios cortos en los que mirado a cámara. Unas experiencias que, más que por dinero, constituyen una gran afición. Una pena, como él mismo reconoce, que Asturias se hagan pocos rodajes. "Si esto fuera como en Madrid o Barcelona estaba todo el día apuntándome para salir de figurante", bromea.

Donde será protagonista será el próximo 26 de octubre en el acto de entrega de premios de la Federación Taurina del Principado de Asturias, que distinguirá a Damián Baos por sus servicios prestados durante tantos años en El Bibio, la plaza a la que promete seguir yendo cada feria. Pero al callejón, aunque para eso "tenga que llevarle unas rosquillas al empresario". Y como ocurre con los toreros que se cortan la coleta al despedirse de los ruedos; "Chipirón" también se cortó la barba tras su último paseíllo. "No iba a ser menos", dice. Genio y figura.

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