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Navidad 2019 | Las actividades de ocio

Un puente para quedarse helado

La pista de hielo y los toboganes con trineos conquistan al público infantil, de vacaciones, como aperitivo de la Navidad

Parte del público disfrutando ayer sobre patines de la pista de hielo. JUAN PLAZA

Con gorro y bufanda como para ir a ver la nieve, por el Solarón se agolpaban ayer por la tarde decenas niños haciendo cola en algunas de las gélidas atracciones de la temporada navideña. Como ya es habitual, las filas más largas siguen acumulándose en la pista de hielo, aunque al haberse ampliado este año las zonas de vehículos motorizados y toboganes parece que la afluencia de público está algo más repartida. Salvo el área de "photocalls", que sigue algo desangelada, la explanada junto al El Humedal está sirviendo este puente por el Día de la Constitución de "salvación" para las familias gijonesas, que lamentaron la habitual falta de opciones recreativas para los niños de menor edad.

Así lo sostuvo, Francisco Bárcena, que soportaba ayer con la poca paciencia que le quedaba el circuito infinito de vueltas por la pista con vehículos motorizados mientras su nieto Álvaro, de tres años, seguía en plena sobredosis de adrenalina. En esta pista, más grande que el año pasado, los vehículos son como pequeñas motos con ruedines que circulan a muy escasa velocidad. "Son eléctricos, pero a medias, porque si dejas al niño ir solo van perfectos si voy yo con él el coche no puede con el peso de los dos y tienes que andar tú empujando con los pies. Pero a él le gusta así que no me quejo mucho", bromeó.

La zona de toboganes parece desde fuera más peligrosa -muchos padres se negaban ayer a que sus hijos montasen solos-, pero los dos Bárcena no creen que sea "para tanto". Con decenas de monitores vigilando que todos los usuarios estén bien sujetos, el descenso se hace a bordo de una colchoneta circular similar a los trineos de plástico. En el último tramo de la bajada hay unos resortes que amortiguan la velocidad por tramos para que la frenada se haga de forma progresiva.

Como en la pista de hielo no hay patines de la talla de Álvaro, su madre, Carolina López, agradeció también ayer que al menos la organización facilite unos "caballitos" similares a los motorizados. Porque en general un niño de tres años en Gijón no suele tener muchas opciones. "Yo el resto del año nunca sé a dónde llevarlo y aquí, al menos, todo está adaptado para ellos", agradeció.

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