María José Balbuena Infanzón falleció a principios del pasado mes de octubre a los 56 años, tras toda una vida dedicada a la enfermería en la Residencia Mixta de Pumarín. Dejó su paso por el centro una honda huella que perdura en el corazón de quienes la conocieron, y que ayer quedó patente en un sentido acto en la que ya es "su residencia".

El personal y los usuarios del centro se juntaron ayer para recordar a "una obrera de la vida", una "trabajadora incansable y una gran profesional que siempre antepuso el bien general a la hora de tomar decisiones", resaltaron sus compañeros. Balbuena ingresó en la Mixta en el año 1991 como enfermera para desarrollar casi toda su vida profesional en el mismo centro.

En 1993 fue nombrada coordinadora de enfermería, y en los últimos tiempos desempeñó su labor como responsable del área asistencia. De María José recordaron ayer quienes compartieron vida laboral con ella que "siempre destacó por su empatía con el dolor ajeno; quién de nosotros no fue alguna vez a contarle algún problema", señalaban sus compañeras con emoción en un acto en el que se leyeron varios poemas, se proyectaron imágenes de María José en el centro y se recordaron hitos como "la redacción de la guía de buenas prácticas hacia personas en situación de dependencia", de la que fue artífice.

Al homenaje asistieron numerosos amigos, así como su marido José Antonio y sus tres hijos, Fabio, Beltrán y Alonso, que recibieron el aplauso y el cariño del mejor legado de su madre: la humanidad.