A las muestras de cabello solicitadas para cotejar con los pelos hallados en el cadáver del bebé asesinado a cuchilladas en Nuevo Roces hay que sumar también la toma de muestras de saliva de ambos progenitores, tanto de Silvia A. M. como de Daniel B. S., pendientes de realizar. El objetivo de la toma de muestras de cabello es determinar a quién pertenecen los pelos hallados en el recién nacido, toda vez que otros restos encontrados se confirmaron ya que pertenecían a un animal, presumiblemente la perra de la pareja. La saliva servirá para ahondar en las diligencias del caso y se derivará a un laboratorio coruñés, el mismo que ya probó la paternidad de ambos investigados.

La investigación judicial -declarada como causa compleja y explicada en el sumario del caso al que tuvo acceso LA NUEVA ESPAÑA- sigue así su curso para dirimir las responsabilidades en este crimen que conmocionó en agosto a la ciudad y, muy especialmente, al joven vecindario de Nuevo Roces, cuando el bebé asesinado fue hallado en un contenedor de basura del barrio por un vecino.

La conmoción fue aún mayor cuando, poco más de un mes después del hallazgo, salió a la luz la detención de una joven pareja de residentes que vivían justo frente a ese contenedor y que hasta entonces no habían levantado ningún signo de sospecha en la comunidad. Durante todo este tiempo la madre biológica del pequeño, Silvia A. M., de 28 años, permanece en prisión. Su pareja, Daniel B. S., fue puesto en libertad tras sus primeras declaraciones.

Son los únicos investigados por el crimen y ambos mantienen dos versiones radicalmente distintas sobre lo ocurrido. Mientras que el padre asegura que nunca tuvo conocimiento de que su novia estuviese embarazada, ella afirma que fue él quien se llevó al bebé poco después del parto, que se produjo el día 1 de agosto, y supuso que su intención era llevarlo hasta algún centro de salud. La joven, sin embargo, dio una explicación distinta en el momento de su detención, cuando exculpó por completo a su pareja de lo sucedido y afirmó haber ocultado en todo momento su embarazo. Sin embargo, nunca llegó a confesar haber apuñalado al pequeño, solo haberlo arrojado al contenedor.

Lo que sí mantiene es haber dado a luz sola en su propia casa -su pareja estaba trabajando- y encima de la cama. La autopsia revela que el bebé, perfectamente gestado, llegó a respirar, así como que la muerte la causó un shock hipovolémico -se produce tras una pérdida masiva de sangre o fluidos- a causa de todas las puñaladas recibidas, más de cincuenta. Antes, según declaró ella, intentó incluso darle el pecho, "pero no succionaba".

El diagnóstico emitido por el equipo psicosocial de la investigación, tal y como adelantó ayer este periódico, afirma que la gijonesa denota "controles de la conducta poco desarrollados e inestabilidad emocional", así como problemas de "impulsividad, intolerancia a la frustración y genio voluble" que coinciden con un trastorno antisocial de la conducta pero no con un deterioro cognitivo, por lo que, en caso de probarse su culpabilidad, será perfectamente procesable.