Los sollozos por la muerte de Manolo Carrizo, el autor de "Pescadores", se entremezclaron ayer en el tanatorio de Cabueñes con los acordes de "Pescadores", la emblemática canción que escribió uno de los precursores del pop en Gijón, que fue interpretada en su último adiós. "Se ha ido la carcasa, pero queda su espíritu. Nos quedan sus canciones", aseguró emocionado Víctor Fernández "Viti", su hijo, rodeado por una multitud.
Numerosas personalidades de la música asturiana se sentaron en las bancadas del tanatorio de Cabueñes, lleno hasta la bandera, como en los mejores tiempos de El Carrizo y Carrizo Pop, los dos establecimientos que regentó durante su vida Manolo Carrizo, fallecido el martes a los 87 años tras no reponerse de una neumonía, acrecentada por la afección asmática que padecía. "Siempre dijo que, a su muerte, no quería ni caja, que extendiéramos sus cenizas por Quintes", afirmó, emocionado, Fernández.
Aunque Carrizo, que compartió escenario con Julio Iglesias, Lola Flores o Raphael, bautizó con su nombre a sus dos salas, en realidad se llamaba Manuel Fernández Alcoba. Le debía su nombre a Carrizo de la Ribera, la localidad leonesa en la que nació un 21 de enero de 1933. "El mismo día en que Hitler llegó al poder", tal y como el propio Carrizo se encargó de repetir durante sus siete décadas de mayúscula trayectoria musical, desarrollada en Gijón, a donde llegó cuando solo era un niño.
Durante el sepelio, una guitarra eléctrica presidió todo el acto. Primero en el altar y posteriormente en el mismo féretro en el que reposaban los restos mortales del afable compositor y líder de orquestas, uno de los primeros en la ciudad en utilizar el citado instrumento, hecho por el que se le reconoce como el abanderado del pop local. "Esa guitarra tiene mucha vida. Nos dio de comer", prosiguió Víctor Fernández, uno de los cuatro hijos del matrimonio que Carrizo Aída Álvarez, el amor de su vida durante 64 años.
Durante la ceremonia se interpretó la mítica canción "Pescadores". Tomaron sus guitarras Víctor y Nacho Cimavilla. "A ver si me puedo contener, porque con la emoción, lo mismo no me sale la canción", se excusó el segundo, compungido por la gravedad de las circunstancias. "Va por él", completó su compañero, más certero.
Y sonó la música y Cabueñes fue, por unos minutos, Cimadevilla y olió a mar y a nostalgia. Tan sentimental se volvió el recuerdo, que Viti Fernández, que había abandonado el estrado mientras duraba "Pescadores", fue incapaz de contenerse en su asiento y rápido se levantó para tomar de la mano a Vicente Díaz, otro histórico de la música gijonesa, para llevarle al improvisado escenario y terminar los cuatro atronando de Carrizo. Una vez terminó la canción, los sollozos y las penas fueron sustituidas por un monumental aplauso.
Así se terminó todo. Con una ceremonia relámpago, en la que los allegados de Manolo Carrizo pudieron despedirse de los restos mortales de su amigo. "Se va un trozín muy grande de la música asturiana, es inmortal", señaló Pipo Prendes. "Fue un icono de la música popular gijonesa y una gran persona", apuntilló Gonzalo Fernández "El Pifu", sobre un hombre que trabajó como ATS durante 25 años en el hospital de Cabueñes' "Fue un histórico remató", Miguel Escalada. "Con él aprendí a desahogarme", explicó Jorge Martínez de "Ilegales", que empezó a tocar en la sala "Carrizo Pop" donde el histórico cantautor le abrió las puertas a Víctor Manuel, "Triana" y "Asfalto". Ayer, se le rindió el último adiós a Manolo Carrizo, fallecido a los 87 años. Se fue el hombre, pero su historia proseguirá en las gargantas de los gijoneses que sigan entonando "Pescadores", un himno eterno como su autor.
