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La leche se diluye en la zona rural

Solo uno de cada diez ganaderos tiene menos de 30 años: "La ciudad gana terreno" l Gijón apenas produce el 1,2% de Asturias

Unas vacas de la ganadería El Curiosu, en Huerces, y Fernández, en su cuadra. JUAN PLAZA / JULIÁN RUS

Manuel Antonio Pérez gestiona en la parroquia de Serín una de las 53 explotaciones lácteas de la zona rural de Gijón. A sus 60 años, lleva en el negocio de la leche media vida. Con 30, se hizo cargo de las cabezas de ganado que, antaño, fueron de su padre. Pero sabe que detrás no vendrá nadie. Y como él, el resto de los productores de leche del concejo miran con incertidumbre al futuro. La ausencia de relevo generacional, el estancamiento del precio de venta del litro de leche, el encarecimiento de los costes de producción y, por extensión, los escasos márgenes de beneficio para los productores amenazan al sector lácteo gijonés, antaño pujante, y ahora en riesgo de extinción. "No hay ningún ganadero que recomendara seguir a sus hijos sus pasos", explica, resignado, Pérez, conocido como "Tono" en el negocio.

La falta de relevo es uno de los principales problemas del sector lácteo de Gijón, sino el que más. Según datos facilitados por Caja Rural, en el concejo operaban 53 productores de leche en 2015. De ellos, el 65,3 por ciento superan los 50 años. Con menos de 40, solo hay un 9,4 por ciento de empresarios dedicados al sector en el concejo. Isabel Rodríguez es dueña de la ganadería El Curiosu, en San Martín de Huerces. Tiene 42 años y produce con sus 75 animales cerca de 400.000 litros al año. "No sé dónde estará el sector de aquí a una década. La media de edad es de 50 años y los que se quedan por el camino o se jubilan no hay quien los releve", indica.

Gijón cuenta con 538 hectáreas para la explotación láctea. Según estos mismos datos, solo el 19 por ciento del territorio de la superficie agraria útil está en manos de los productores de leche. Esas 538 hectáreas se las reparten, según estos números, 53 empresas que en total producen cerca de siete millones de litros al año. Solo un 1,2 por ciento respecto a la producción total de Asturias y muy lejos de las potencias regionales, Tineo y Valdés, que aportan el 19,2 y el 11,6 por ciento de la producción total, respectivamente. "Gijón, a pesar de estar en el centro de Asturias y de gozar de las mejores vías de comunicación, tiene un handicap enorme: su carácter urbano. La ciudad gana terreno", analiza Manuel Antonio Pérez.

Ese carácter urbano del concejo lo sufre Eduardo Fernández, un ganadero de la parroquia de Castiello de Bernueces. El camino de su explotación está salpimentado de chalets de uso residencial y muy cerca de ese lugar, está el campo de Golf de Castiello. Lleva 19 de sus 50 años de vida dedicado a la ganadería láctea. Tiene 60 animales, 33 de ellos en ordeño. "Convives con lo urbano y donde hay una ganadería, que, al final es una pequeña industria, siempre hay quien tiene molestias", cuenta. "En mi caso, aunque tolerantes, sí que he recibido alguna queja", apunta un empresario que produce 300.000 litros al año.

En otras parroquias rurales la situación no es más boyante. "Tono" cuenta con unas de las explotaciones ganaderas más grandes del concejo. Tiene más de 100 reses y hace un año y medio incorporó un novedoso sistema de ordeño con un brazo robótico que lo automatiza. El artilugio se controla desde el ordenador y es lo más parecido a un sistema de big data, pero aplicado a la res. "Cecilia", "Petuña" y "Luminosa" son tres de las vacas de la explotación de Pérez. Gracias al programa puede saber cuántos litros le aporta, el tiempo hasta la próxima inseminación, el tiempo de ordeño y el control del celo, entre otros muchos datos, dispuestos en gráficas y porcentajes. "Con este sistema hemos aumentado en 100.000 litros la producción anual, pero, por ejemplo, si quiera ampliar la nave, tendría muchos problemas. Me sería más fácil en Tineo", cuenta.

La baja rentabilidad, sobre todo en comparación con el esfuerzo que requiere la producción, es otra de las barreras a las que se enfrenta el sector en Gijón. "Tono" vende a Central Leche Asturiana el litro a 0,34 céntimos. La misma cantidad que percibe Eduardo Fernández, que también trabaja con la Central y que Isabel Rodríguez, aunque esta, vende a la Cooperativa Gijonesa. Los tres coinciden al señalar que el establecimiento de un precio mínimo sería un balón de oxígeno para su negocio. "Vendo mi leche al mismo precio casi que en 2006, pero el coste de la vida no es el mismo. Nos estamos ahogando", asevera Rodríguez. "El precio de la leche es bajo y mantener a una vaca en condiciones puede costar en torno a 6 euros de media", puntualiza Fernández. "Lo mismo que hay un salario mínimo debería haber unos precios mínimos. El libre mercado debe ser libre, pero con mínimos, si no, abusan de ti", completa Pérez.

A la hora de gestionar una explotación ganadera, no solo hay que tener en cuenta la maquinaria, las vacas, el veterinario. También, los residuos que generan los animales y, en concreto, los purines, cuya normativa de gestión, aún con la benevolencia del Principado, es cada vez más concienzuda. "Es el gran problema que se nos avecina ahora, el Principado deberá sacar ayudas porque para crecer todo va a depender de eso", subraya Eduardo Fernández. "Los que estemos en una zona de monte, como es mi caso, a ver cómo vamos a hacer para afrontar el problema", se cuestiona Isabel Rodríguez.

El sector de producción de leche en Gijón asume que se enfrenta, a pesar del esfuerzo titánico de sus integrantes, a más incertidumbres que certezas. Conscientes también de que pertenecen a un sector el primario en crisis permanente. "Antes, de Serín a Deva, rara era la familia que no tenía unas cuantas vacas. Muchas familias vivían de la ganadería", lamenta Manuel Antonio Pérez sobre los buenos tiempos de su sector, el de la producción de la leche en el concejo, en vías de extinción.

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