"En la medicina de la vida existe una glándula secreta que se llama conciencia". Leonor Meana Carballo es neurocirujana y la situación que vive la sociedad asturiana ante la amenaza del coronarvirus le ha llevado a realizar una singular reflexión que transciende al plano estrictamente médico. Por sus precisas manos pasan a diario pacientes del Hospital de Begoña gijonés y el Centro Médico de Oviedo pero, ante el desafío de la pandemia, plantea un reto personal para reforzar el infatigable trabajo que están realizando los servicios sanitarios. "Esta glándula produce dos sustancias mágicas: humildad y solidaridad. Nadie está exento de contagiarse, lo cual nos iguala. Estoy convencida de que lo que nos ha tocado vivir nos reforzará como sociedad", detalla en una carta dirigida a quienes sufren y comparten estos días de confinamiento.

A continuación, la carta íntegra de Leonor Meana Carballo:

"En la medicina que más me gusta estudiar, la de la vida (no la científica) existe una glándula secreta que se llama conciencia. Esta glándula produce dos sustancias mágicas: humildad y solidaridad, ambas huelen muy bien. Muchos carecen de ella, son los hombres de madera de la cultura maya, pero cuando se ejercita nos convierte en hombres de maíz. La gente no lo sabe pero no hay que operar cerebros para verla porque brilla tanto que es fácil reconocer quien la tiene.Estos días cuando voy a trabajar temprano al hospital, en el silencio me hago consciente, entre otras cosas, de lo limpia que ha dejado esta noche la calle el barrendero, lo bien cuidada y verde que sigue la planta de la esquina, han arreglado la farola que estaba fundida (ya no está tan oscuro y no me da miedo), alguien ha cultivado, recogido y transportado esa pieza de fruta que luego compraré, encuentro miradas cómplices en el chico que está reponiendo en el supermercado detrás de la cristalera, en el conductor de autobús que va prácticamente vacío y en la mujer que todas las mañanas me cruzo con su perro marrón oscuro (creo que es mestizo, está muy mayorín y le cuesta bastante caminar), ya nos saludamos, parece una señora entrañable y me recuerda a mi abuela (mañana le diré que yo puedo sacar a su perrin si lo necesita no vaya a ponerse malina).Aunque no puedo pasar muy cerca, sé que todos ellos brillan más y dejan muy buen olor.Estoy convencida de que lo que nos ha tocado vivir nos reforzará como sociedad. Nadie está exento de contagiarse lo cual nos iguala, recapacitaremos y la glándula secreta segregará, en quien la trabaje, las sustancias mágicas que nos equipararán. Saldremos de esta situación con menos hombres de madera y más hombres de maíz, de múltiples colores. No queda otra".