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La parálisis del movimiento vecinal por el virus pone en jaque las fiestas de verano

El Polígono, El Natahoyo, Nuevo Roces y La Providencia sopesan retrasar o cancelar sus celebraciones por falta de tiempo para organizarlas

Procesión por el Cabo San Lorenzo durante las fiestas de La Providencia del año pasado. MARCOS LEÓN

El coronavirus ha puesto en jaque las fiestas populares del verano gijonés. Las asociaciones vecinales no tienen ningún tipo de actividad desde antes incluso de que se decretara el estado de alarma, el 14 de marzo, lo que dificulta severamente la planificación de las celebraciones y ha provocado las primeras cancelaciones. El Santo Cristo de la Abadía de Cenero, la festividad que del 1 al 3 de mayo da el pistoletazo de salida a la temporada estival en el concejo, ya ha sido anulada por falta de tiempo para su organización. En la zona urbana, La Providencia, Nuevo Roces, el Polígono, El Natahoyo y Viesques también dejan en el aire la celebración de sus actos y sopesan, en el mejor de los casos, retrasarlas en el calendario. "La situación es compleja y delicada", asegura Manuel Cañete, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Gijón (FAV).

Una docena de colectivos vecinales han cancelado ya sus asambleas por la emergencia sanitaria. Son los de La Providencia, La Camocha, La Arena, el Polígono, Nuevo Roces, La Guía, Cimadevilla, el Centro, Contrueces, Jove, La Guía y Laviada. Sin esas reuniones, las asociaciones no han podido confeccionar sus presupuestos, requisito fundamental para pedir subvenciones cuya solicitud se prorrogará al final del estado de alarma. Sin cuentas, la planificación de actividades, tales como concursos y actuaciones musicales, se hace inviable.

Cristina Menéndez, la presidenta de la Asociación de Vecinos de La Providencia, se debate entre convocar su asamblea pospuesta del 21 de marzo o focalizar sus esfuerzos en salvar las fiestas de la Virgen de la Providencia. Una celebración religiosa que, a día de hoy, tiene muchas papeletas para no celebrarse. "Ahora mismo, ni nos planteamos que se pueda hacer", avanza. La Providencia preveía potenciar las populares fiestas de San Lorenzo en agosto. "Si las hacemos o no, dependerá de cuándo volvamos a la vida normal. Pero el miedo a volver a hacer vida social sigue ahí y el tiempo corre", advierte Menéndez.

Nuevo Roces teme el atraso de sus fiestas fijadas para el 20 y el 21 de junio. Son fechas marcadas en rojo en el calendario, ya que conmemoran la llegada de los primeros residentes al joven barrio gijonés. La asamblea en la que se iba a discutir la puesta en marcha de los festejos deberá haberse celebrado el 13 de marzo. La asociación de vecinos había solicitado antes la subvención y los permisos. "Aun así, somos conscientes y realistas y seguramente haya que retrasarlas", analiza el dirigente vecinal Miguel Bernardo.

En Viesques, las fiestas son el 20, el 21 y el 22 de junio, pero el calendario deben ratificarlo sus vecinos en una asamblea, aún sin fecha. "Todo dependerá del final del estado de alarma", puntualiza el presidente de la asociación del barrio, Iván Suárez. En El Natahoyo, la asociación "Atalía" organiza el día 19 de junio su fiesta del bollo. También está en el aire. "Creo que en junio no se va a poder celebrar, así que tendremos que pasarla a octubre, que es una fecha mucho peor", lamenta Álvaro Tuero, principal dirigente vecinal.

El Polígono también teme el retraso de sus fiestas, del 27 al 29 de junio. "Todas las contrataciones están paradas", avanza Cañete, que además de la FAV, dirige la asociación "Evaristo San Miguel". Cañete vislumbra un trabajo contra reloj del movimiento vecinal gijonés para ponerse al día una vez se levante el estado de alarma. "Habrá que trabajar a toda prisa y celebrar un aluvión de asambleas", indica. Del resultado de todas ellas dependerá qué fiestas populares del verano gijonés siguen adelante y cuáles sucumben ante el coronavirus.

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