"Nunca había volado sobre una ciudad así". "Así" significa, en este caso, casi vacía, sin paseantes, confinada. Esa fue la imagen de Gijón que ayer pudo vislumbrar Jorge Iglesias, a bordo del globo aerostático con el logotipo local que en la tarde de ayer sobrevoló la ciudad. Aunque las calles estuvieran muy por debajo de su aforo habitual, las miradas al cielo, de admiración, que siempre provoca un vuelo en globo, no faltaron. Tuvieron que ser desde ventanas y balcones poblados de arco iris y mensajes de ánimo de edificio a edificio. Pero fueron muy sinceras. El vuelo de ese aerostático es libertad contra el confinamiento de los gijoneses. Un soplo de ilusión que llega desde el aire.

La frase de Jorge Iglesias, piloto de la aeronave, es clarificadora. Una experiencia única y, como él mismo asegura, "muy impactante". Y no es fácil impresionar a alguien que suma cientos de horas de vuelo, llegando a cruzar los Pirineos en globo. Sin embargo, Iglesias asegura que "no era una ciudad fantasma, no estaba tan vacía como me esperaba". Con todo, "es una experiencia distinta". Lo es por disfrutar de un Gijón más desnudo, pero también por el público.

"Me llegué a emocionar", confiesa el piloto, "por ver a tanta gente en ventanas y balcones saludándote, gritándote y agradeciéndote el gesto". "Me daba la impresión de que estaba haciendo algo bueno", añade. Así lo atestigua su numeroso público. "No paraban de llamarme y reclamarme", rememora Iglesias. Sobre todo, los niños. "No daba abasto a sacar fotos a toda la gente y saludar a todos los críos", enfatiza quien, por unos momentos, pudo sentirse Rey Mago sobre una carroza, atendiendo los reclamos de los más pequeños a un lado y al otro de la barquilla, desde la que sonaba a todo volumen el "Resistiré" del "Dúo Dinámico", himno oficioso del confinamiento.

"Fue una pasada", resume el berciano Miguel Fernández, desde su domicilio, en lo alto del edificio La Estrella, en El Natahoyo. Aficionado a la fotografía, está aprovechando la cuarentena para retomar su hobby, formándose en él. Por ello, no dudó en aprovechar la oportunidad única que le brindó la trayectoria de la aeronave. Las mejores fotografías, las que captan el globo con la Universidad Laboral de fondo. También aquellas de justo después del despegue, cuando aún volaba bajo sobre Cimadevilla. "Es una idea muy buena para animar y entretener a la población", remarca Carolina Hernando, su pareja, natural de Madrid, que siguió el recorrido del globo, incluso antes de que saliera. "Vimos cómo lo preparaban y lo hinchaban", explica. "Está bien, es algo distinto y en esta época de confinamiento, se agradece", enfatizan.

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Gijón desde el aire y en cuarentena

Aunque las condiciones meteorológicas habían empeorado desde el domingo, Iglesias no quiso privar a los gijoneses del momento de disfrute. El viento nordeste permitió al globo partir desde el puerto deportivo, junto a la antigua rula, para sobrevolar la ciudad siguiendo la línea costera, hacia la zona oeste. Los barrios de El Natahoyo y La Calzada fueron los más agraciados con el vuelo de ayer. No obstante, la intención del gobierno local es que todos los habitantes del concejo puedan disfrutar de la perspectiva de la aeronave desde sus ventanas. Así, los sucesivos vuelos -en horario de mañana, alrededor del mediodía y de tarde- recorrerán todos los barrios de la ciudad, en la medida de lo posible. Las previsiones meteorológicas de hoy no son buenas, por lo que es posible que se suspendan los vuelos, que se retomarán, si el tiempo lo permite, la tarde del miércoles.

No fue casualidad que el primero de los vuelos coincidiera con la hora feliz de este confinamiento: las 20.00 horas, cuando los gijoneses salen a sus ventanas para batir palmas en favor de los sanitarios. Un homenaje que ayer se interrumpió con fotografías y gritos de admiración hacia el cielo. Un aplauso de agradecimiento por su labor que ayer también se llevó Jorge Iglesias desde su aeronave, aunque a trescientos metros de altura llegara amortiguado.