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La receta de la solidaridad

Un hostelero chino entrega boles de arroz a familias con necesidades, mientras en El Llano otra empresaria regala a sus vecinos productos perecederos para paliar la crisis

Patricia Fernández y Mario Rico, en su bar, El Olivo, con los carteles de agradecimiento de sus vecinos. ÁNGEL GONZÁLEZ

El coronavirus se propagó con rapidez, pero más aún la solidaridad de los ciudadanos para ayudar a sus vecinos a superar esta pandemia sanitaria y económica. Un ejemplo está en la hostelería, donde muchos empresarios regalaron los productos perecederos durante el confinamiento y donde ahora cocinan para quienes tienen la cartera tiritando. Un ejemplo es el de Shuang Jun, que regenta un restaurante de comida china y siente la necesidad de ayudar al prójimo. Un silogismo que resuelve haciendo boles de arroz frito todos los días. Sin cobrar ni un euro, los posa en una pequeña mesa que ha instalado a la puerta de su negocio. Es un regalo para que todo aquel que los necesite, los tome. Por desgracia, vuelan. Bien lo sabe Yuanyuan Xu, la mujer de Shuang, que, junto a su marido, se encarga de regentar la casa de comidas. "Sobre todo se lo llevan familias", afirma.

La pareja tiene un hijo y otro que viene en camino. La traducción de Yuanyuan Xu es Gema. Y la de Shuang es Juan. Los dos responden por esos nombres. Llevan en España desde hace 14 años. Se instalaron primero en Lugones, donde regentaron otro restaurante, y la suerte los llevó a Gijón. Están en Rufo García Rendueles, a la altura de la escalera 9 de San Lorenzo. Una ubicación privilegiada para el restaurante que abrieron hace un año. Sin embargo, como para el resto del mundo, el coronavirus tenía otros planes para ellos. "Hay poco trabajo", relatan los dos. Ahora ya están abiertos, pero durante muchas semanas han sobrevivido mandando comida a domicilio.

A pesar de que no les sobra, no han dejado de ayudar. Todas las mañanas pone el arroz y lo fríen. Cada vez que se gastan los boles, los reponen. Quizás, además de ser solidarios, se sienten en deuda porque cuando se les pregunta por el trato que han recibido en España, se deshacen en halagos. "Siempre nos han tratado muy bien", afirma la pareja, que procede de la ciudad de Hang Zhou, una ciudad de 10 millones de habitantes. "Solo queremos dar un poco de amor", zanja Yuanyuan Xu. Esta iniciativa llegó a su fin al iniciarse la desescalada.

No son los únicos hosteleros que han tenido una iniciativa así. Patricia Fernández regenta El Olivo, en la calle Antonio Cachero, justo enfrente de la comisaría de Policía Local. A lo largo del confinamiento, ha dado de todo a sus vecinos. Desde leche, batidos, refrescos, hasta cervezas artesanales y snacks como patatas fritas. Luego colgó un cartel en el cristal -junto con los lemas #TodosJuntosVenceremos y #TodosonlaHosteleria-, le hizo una foto y las redes sociales hicieron el resto. "Se hizo viral, me han llegado mensajes de toda España, desde Andalucía, Cataluña, Madrid y también las islas", afirma Fernández. "Cuando todo empezó donamos lo perecedero -fiambres, pan de sándwich o huevos- a la Cocina Económica, pero al ver que esto seguía decidimos regalar que caducaba en junio a nuestros vecinos porque sabemos que lo están pasando mal", añade la solidaria hostelera.

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