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Cruz Roja ampliará su hospital con un nuevo edificio para consultas externas

El centro, que aumentará su financiación pública por derivaciones de Cabueñes, ha adquirido un local anexo a su sede e iniciado las obras

Futuro edificio de consultas externas del Hospital de Cruz Roja, en la calle Adosinda. JUAN PLAZA

Otro paso adelante en la sanidad gijonesa. El Hospital Cruz Roja se suma a los recursos sanitarios con obras de ampliación pendientes en la ciudad y proyecta un nuevo edificio de consultas externas en un local adyacente a su edificio actual en la calle Uría. Se trata de un bajo en una vía que bordea el lateral derecho del centro, la calle Adosinda, en el que durante años había albergado un supermercado. Está a escasos metros de la puerta principal del hospital (el paciente solo tendrá que cruzar una calle estrecha para pasar de un recinto a otro). La idea del centro es derivar hasta allí todas sus consultas externas para liberar espacios de hospitalización en su sede, que verá incrementada su actividad a partir de este otoño al haber aprobado el gerente del Hospital de Cabueñes, Manuel Bayona, la supresión de las camas supletorias en su centro y derivar a Cruz Roja a pacientes leves de larga recuperación. A cambio, el recurso sanitario de la red concertada recibirá mayor financiación pública.

Las obras de ampliación son un secreto a voces entre el personal, pero la falta de un anuncio oficial por parte de la jefatura hace que todavía no tengan claro cuándo podría inaugurarse ese nuevo edificio, que sigue en fase de obras. Los más optimistas creen que las labores de reforma podrían terminar este mismo año. Adquirir este local de la calle Adosinda, en cualquier caso, era una idea que llevaba al menos un par de años en las cabezas de las jefaturas de Cruz Roja. El primer intento de compra, de hecho, se hizo ya bajo el mandato de la anterior gerencia. Esa primera idea de ampliación apostaba por liberar la actual planta de consultas del edificio principal para aprovechar el espacio ampliando la cartera de servicios con alguna unidad nueva que nunca se llegó a concretar del todo.

Entonces se estudiaba abrir en esa planta un servicio de cirugía ambulatoria o uno de cuidados paliativos, por ejemplo. Ese intento inicial de ampliación se acabó frenando en seco -estas negociaciones ni siquiera trascendieron públicamente- y, tras la llegada hace dos años del nuevo gerente, Leopoldo Álvarez, el tema no volvió a salir a colación de forma oficial.

El personal del centro ya ha sido avisado de que tendrán que trasladarse a ese local anexo para realizar las consultas externas habituales, pero actualmente siguen trabajando en sus espacios asignados en el edificio principal y no se les ha facilitado una fecha aproximada de cuándo será el traslado. Sí creen, no obstante, que ganar ese local en la calle Adosinda supondrá una gran ventaja para la actividad asistencial del hospital. Ahora, viendo que la derivación desde Cabueñes aumentará considerablemente -Bayona ya ha logrado que Salud aumente la financiación del concierto público con el hospital para derivarles a más pacientes- y que el perfil demográfico de la ciudad apunta cada vez más a la necesidad de ampliar espacios de cuidados geriátricos y de convalecencia, ven conveniente liberar cada vez más espacios.

Con todo esto, el futuro inmediato de la sanidad gijonesa se antoja cada vez más ambiciosa. En la ciudad hay ya varios frentes abiertos. El más trascendente será la esperada ampliación del Hospital de Cabueñes, que se ha visto afectado por la pandemia de coronavirus. La idea era que las obras empezasen este mismo semestre, pero de momento Salud ni siquiera sabe si contará con el presupuesto previsto para el año que viene. Sí han prometido, sin embargo, que la obra será "prioritaria" en las renegociaciones con Hacienda.

Lo que sí ha logrado el Hospital de Cabueñes es deshacerse de las camas supletorias, un mal endémico del centro que permitían que un tercer paciente se instalase en habitaciones equipadas para solo dos, dejando al último sin mesita ni armario. Los sindicatos llevan años criticando esta situación porque obligaba al personal a cuidar de más usuarios de los recomendados, pero la situación se complicó especialmente durante la pandemia. Estos tres pacientes en una misma habitación estaban a menos de un metro de distancia, por lo que si uno de ellos era positivo pero asintomático podría contagiar a sus compañeros. Bayona logró que Salud diese luz verde a eliminar estas supletorias y, a cambio, aumentar la financiación del concierto con Cruz Roja para derivarles a ellos a los pacientes menos graves que no precisasen de cuidados de críticos. De ahí que el personal del centro concertado vea ahora "más necesario que nunca" liberar las consultas externas para poder instalar, su fuese necesario, más camas de hospitalización.

Al mismo tiempo, sigue avanzando el plan de reforma del Sanatorio Covadonga, adquirido hace escasas semanas por el médico y empresario Jesús Kocina. Su objetivo también es modificar parte de los servicios prestados con una inversión que rondará los dos millones de euros en rehabilitaciones. No se será posible, sin embargo, que la entidad CK Senior Gestión adquiera nuevos edificios -la ley urbanística no lo permite-, sino que reacomoden el espacio actual de forma más eficiente. El cambio de propiedad se hará efectivo el día 1 de agosto -aunque la compra se hizo efectiva hace dos meses- y, como la reforma interna se hará por fases para no interrumpir la actividad asistencial, Kocina espera que las primeras labores de renovación comienzan a lo largo del año que viene. Parte del plan incluye ampliar las áreas de consultas externas y cirugías.

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